Opiniones de un payaso

Ricos y pobres

El dogma es el dogma y no hay quien lo cambie. Para generar actividad económica, la única vía posible es la de bajar los impuestos a los que más tienen. Y mantenérselos o subírselos a los que no tienen tanto, aunque sí tienen o ganan lo suficiente como para pagarlos. Es decir, a la clase media...

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El dogma es el dogma y no hay quien lo cambie. Para generar actividad económica, y con dicha actividad riqueza y empleo, la única vía posible es la de bajar los impuestos a los que más tienen. Y mantenérselos o subírselos a los que no tienen tanto, aunque sí tienen o ganan lo suficiente como para pagarlos. Es decir, a la llamada clase media, cuando existe. A la que siempre, o casi siempre, le toca bailar con la más fea.
Resumiendo, subida de los tributos indirectos (IVA, por ejemplo), en perjuicio de las rentas más bajas, y reducción de los directos (IRPF), lo que beneficia a las rentas más altas. No hay tu tía. Ésta es la panacea y es también la cantinela en la que nos vienen insistiendo desde hace ya bastante.
Para llegar a una conclusión como ésta no creo que al gobierno de don Mariano Rajoy le hiciera faltar convocar un comité de sabios y/o expertos en la materia, además de gastarse lo que haya tenido que gastarse como retribución por su trabajo. Si es que se han gastado algo. Porque cabe la posibilidad de que dicho comité lo haya hecho todo por amor al arte. O por patriotismo, es decir, por amor a la patria, que no sé si es sentimiento más o menos noble.
Esto es lo que viene defendiendo el liberalismo económico desde mucho antes de que como tal se le conociese. Y también el llamado neoliberalismo, cuyo credo es prácticamente el mismo que el liberal, aunque adaptado a los nuevos tiempos, desde que empezó a ser reivindicado en la segunda mitad del siglo XX. Por aquello de que, ya saben, es bueno para las sociedades que haya ricos, muchos ricos. ¡Faltaría más! Y, sobre todo, por aquello de que tan bueno es para las sociedades que los haya como bueno se supone que es serlo para los individuos.
Al final resulta que las diferencias entre las teorías económicas liberales o neoliberales (léase de derechas) y socializantes o socialdemócratas (léase de izquierdas) se pueden resumir como sigue.
En un lado nos encontramos con quienes defienden que lo ideal es que haya personal con pasta,  y cuanto más personal con pasta mejor que mejor. Digamos que dando por hecho que la pobreza es un mal inevitable. O, expresado de otro modo, dando por sentado que para que haya gente adinerada, y muy adinerada, no queda más remedio que haya gente tiesa como la mojama. Algo que quizá pueda resultar más que estupendo a quienes pertenecen al club de los que tienen. De los que tienen la pasta, quiero decir. Pero no creo que tan estupendo a quienes están a dos velas. Y menos aún a quienes se las ven y se las desean a diario para sobrevivir simplemente.
En el otro, con los que consideran que lo ideal es que no haya pobres. Es decir, que no haya seres humanos privados de lo imprescindible para disfrutar de una vida digna. Lo que no significa –aunque pueda haber quien así lo entienda– darle la razón a los detractores del derecho a la propiedad privada y a la libertad de empresa, que cada vez van siendo menos, todo sea dicho, hasta en un país como China.
La cuestión está en decidir cuál de las opciones es preferible. Ustedes no sé. Yo lo tengo más o menos claro.

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