Mientras que el grupo de ex alumnos del Colegio Salesiano Lora Tamayo, capitaneados por el entusiasta Perico, volvieron a encontrarse como desde hace veintiséis años tras salir del centro escolar, para convivir en la mesa después de llevarse, a lo peor, un año sin verse, otros han vuelto por unos días de la Noruega de sus labores profesionales a este Jerez cálido muy diferente a esos fríos del norte de Europa donde se ganan la vida con el tema de los ascensores. Una empresa jerezana, la de Ruical, que trabaja y da trabajo en Noruega a algunos jerezanos, muchos de ellos cofrades y costaleros por más señas, que siempre encuentran la manera adecuada de llegar para finales de Cuaresma y para estar también en los días feriados. En este martes, antesala del gran miércoles que se aguarda, con los trajes de gitanas tomando desde primeras horas de la mañana el real más bonito que imaginarse pueda, se reunieron los Ruibal, los Bolaños, los Mesa y demás a comer, beber pero sobre a departir, a hablar de Jerez y sus gentes, de su Semana Santa, de su Feria, de su flamenco, de su arte y todo bien regado, como debe ser, con el excelente fino de Jerez, sea la marca que sea, porque aquí en Jerez no hay vino malo, puede ser mejor, pero nunca peor. Punto de encuentro
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