Lo que queda del día

El PSOE y el ejemplo de Las Vegas

Y, pese a todo, estamos hablando de un partido que, incluso repitiendo los peores resultados de su historia, podría convertirse en llave del próximo gobierno municipal, lo que, ahí sí, revela la auténtica discordia de este juego de tronos

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Las cosas que ocurren en el PSOE siempre entran dentro de la “normalidad” democrática de su funcionamiento interno y siempre son el mejor ejemplo de una organización “viva” y de una militancia activa e implicada. Al menos eso es lo que nos explican cada vez que trasciende alguna polémica, algún enfrentamiento, algún debate; da igual si todo tiene pinta de conspiración en la sombra, puñalada por la espalda o riña entre “familias”.  

La estrecha línea que separa la respuesta oficial de la realidad es que el PSOE nunca ha sabido aplicarse a sí mismo el famoso lema de Las Vegas y admitir que “lo que pasa en el PSOE, se queda en el PSOE”. Siempre hay alguien dispuesto a convertir en elemento de debate externo aquello para lo que no hay entendimiento interno -“sending out an SOS”, como The Police-, consciente de la repercusión pública de las siglas, como si prestigiara a la marca, y del eco con el que suelen precipitarse los acontecimientos.

En realidad, lo que trasciende es que o son muy malos negociadores, o siempre hay alguien dispuesto a negarse a ceder; pero, más aún, las especulaciones que derivan de cada una de las filtraciones que se producen, sobre todo si se tiene en cuenta que estamos a menos de cuatro meses para que se celebren las elecciones municipales: ¿tiene que ver el retraso en la presentación de las listas con el incumplimiento de acuerdos adoptados durante el proceso de primarias?; ¿por qué si es lógico que una candidata quiera llevar en puestos de salida a personas de su confianza, en el partido lo interpretan como un pulso a la dirección provincial y no como algo “normal”?; ¿es la amenaza de dimisión de Mamen Sánchez un farol?; ¿y, si dimitiera, se debería a la cuestión de las listas o ésa sería la excusa ante el temor de un nuevo batacazo electoral que pretende evitar en su expediente?; ¿por qué la ejecutiva local no ha sabido reconducir la situación tras la experiencia de hace cuatro años?; ¿está la dirección provincial empeñada en salvar determinadas carreras políticas ante unas malas previsiones electorales?; ¿habríamos llegado a esta situación si la ejecutiva regional hubiera permitido a Miriam Alconchel presentarse a las primarias y convertirse en la candidata a la Alcaldía?

Ya sé que hablamos de supuestos -el famoso “pudo ser verdad y ni siquiera haber pasado”-, pero todos ellos llegan forzados y provocados como consecuencia de la aparente facilidad con la que el PSOE nos ha acostumbrado a solventar sus cuitas internas: delante de un escaparate.

Y, pese a todo, estamos hablando de un partido que, incluso repitiendo los peores resultados de su historia, podría convertirse en llave del próximo gobierno municipal, lo que, ahí sí, revela la auténtica discordia de este juego de tronos en el que cada parte pretende situar a los suyos de manera preferente; lo que, por otro lado, no deja de provocar otras preguntas igual de inquetantes que, eso sí, podríamos hacer de la misma forma con respecto a otros partidos: ya saben, ¿la política como profesión o como servicio?; ¿tal vez ambas cosas a la vez?

A Mamen Sánchez, en cualquier caso, no le valdrá el papel de víctima, por mucho que su “pulso” con la dirección provincial aspire a una movilización de la masa militante en favor de la causa: si no tuvo el apoyo unánime cuando se celebraron las primarias, es poco probable que lo logre ahora -cuestión de simpatías, y de familias; esto último en sentido literal-. Al menos, parece que ha conseguido algo impensable hasta hace poco, que Irene García y Fernando López Gil se pongan de acuerdo en algo.

La polémica tampoco le hace mucho bien a la dirección provincial, después de tantos esfuerzos por excusar un pasado en el que el PSOE jerezano combatía frente a los que pretendían tutelarlo desde la distancia. Y aunque ese tutelaje fuera ahora en cierto sentido consentido, también contribuye a poner en evidencia las flaquezas de un proceso de transición -del pilarismo a no se sabe bien todavía qué- en el que se ha perdido bastante tiempo mientras se cedía terreno a otras fuerzas políticas.

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