Lo que queda del día

A Botín le preocupaba Podemos

Como a IU le salga en Jerez la jugada de converger o confluir con Podemos, Ganemos, o cualquier otro que termine en ‘emos’, habrá quien tenga que reconocer que comparte su preocupación con Emilio Botín

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Entre tanta loa desaforada hacia el mejor banquero de España se han colado algunas de sus anécdotas vitales, descritas con servilismo y admiración por quienes coincidieron con él en alguno o varios momentos en condición de privilegiados.

No cuesta imaginar, a quienes pudieron ser invitados a compartir mesa o mantel con Emilio Botín, oráculo de sí mismo, en busca de respuestas o claves con las que desentrañar la economía, como el que atiende a una clase magistral de la que dependa su propio futuro; incluso, es probable que lo lograran. Cuentan quienes estuvieron a su lado en su última comparecencia en público que conversó abiertamente de cuestiones de actualidad y todos concuerdan en resaltar que se mostró preocupado por el fenómeno de Podemos. Definitivamente, hay cosas que el dinero no puede comprar.    

Días antes de conocerse la anécdota y de que asistiésemos a la desapasionada transición con que se ejecutan los relevos en las altas esferas, el diario El Mundo publicó un interesante y acertado análisis acerca del impacto político y social ocasionado por la aparición del partido del inefable Pablo Iglesias.

El análisis trataba de responder a una pregunta inevitable: ¿Cómo puede ir en aumento la popularidad de una organización cuyos planteamientos de gobierno pueden llevar al país a la ruina? Porque la respuesta no está en lo que propone, sino en lo que critica, y aquello que critica sigue sin ser abordado por las fuerzas políticas mayoritarias, principalmente todo lo relativo a los casos de corrupción que salpican -más bien inundan- la esfera de la gestión pública o vinculada a partidos políticos.

Es decir, se critica el populismo de Podemos, que base su discurso en decirle a la gente lo que quiere escuchar, que fabrique mensajes diseñados para llamar la atención, pero quienes se quejan siguen sin dar pasos al frente o  los dan equivocadamente, como ha hecho el Gobierno a la hora de plantear la elección directa de alcaldes a prisa y corriendo como si le fuera la vida en ello.

Claro que las propuestas de gobierno de Podemos no soportan el lápiz de un profesor de matemáticas con sentido común, o que algunos de sus supuestos líderes están encantados de conocerse y nosotros de no tenerlos entre nuestras amistades, pero eso no significa que carezcan de sentido de la realidad, esa misma que aún se le escapa a quienes quieren hacer creer que estamos en fase de recuperación o que han llegado para reconquistar el espacio de una izquierda fraccionada y sin referente tradicional.

En este sentido, la celebración de las elecciones municipales puede convertirse en todo un banco de pruebas de cara a la consolidación o debilitación del discurso populista en un ámbito en el que suele primar más la vinculación o afecto hacia el candidato que hacia las siglas. En Jerez, es previsible que tanto PP como PSOE miren algo más que de reojo al efecto-reacción entre el electorado, visto como se pronunció en las pasadas europeas en la ciudad, aunque, de momento, lo que ambos parecen tener claro es que el PP será el partido más votado.

El PP confía en las encuestas, y más aún en los 20 millones invertidos en la ciudad a través del plan de actuación y en la maratón por barrios liderada por García-Pelayo, sin pausa pero sin prisa, aunque le cabe la duda razonable acerca de aquellos simpatizantes con la causa y la gestión de la actual alcaldesa, pero alérgicos a depositar su voto al PP después de lo que llevan sufrido en silencio por las políticas del Gobierno central.

Al PSOE parece que no le hace falta siquiera mirar las encuestas: se ha mostrado contrario a la ley electoral que pretende imponer el PP porque beneficiaría a Pelayo, que es como dar por hecho que va a ser la candidata más votada. De todas formas, no es ése el fallo de apreciación del PSOE, ni tampoco el hecho de seguir sin candidato a estas alturas y sin saber si tendrá que hacer otro relevo en su grupo municipal, sino la posibilidad de que lo adelanten por la izquierda: como a IU, aunque sea ella la necesitada, le salga la jugada de “converger” o “confluir” con Podemos y Ganemos, o cualquier otro que termine en emos, habrá quien tenga que reconocer que comparte su preocupación con la del mismísimo Emilio Botín, por atañer a sus respectivos futuros.

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