Las redes sociales como Facebook y Twitter son las nuevas fórmulas de comunicación social, pero también pueden jugar una mala pasada cuando de mantener secretos se trata.
Ante el aumento galopante de fraudes al seguro, ICEA (Investigación Cooperativa entre Entidades Aseguradoras y Fondos de Pensiones) puso en marcha un concurso de investigación del fraude en tres categorías: automóvil, seguros diversos y seguros personales. El objetivo era y sigue siendo reconocer las mejores investigaciones realizadas por los profesionales del seguro para detectar y descubrir los intentos de estafa a las compañías. Y tanta investigación está dando sus frutos.
Entre todos esos intentos, Internet y las redes sociales ocupan un lugar destacado, al convertirse en un mundo nuevo aún por descubrir que permite por ahora un sinfín de estratagemas para el fraude que poco a poco se van descubriendo gracias al arduo trabajo de los investigadores y detectives.
Sólo en la provincia de Cádiz, los intentos de fraude aumentaron un 13 por ciento en 2011 con respecto al año anterior, pasando de las 4.474 intentos destapados en 2010 a los 5.124 que fueron descifrados durante todo el año pasado. De ellos, un número importante, se localizaron gracias a las confesiones incautas que se hacen a través de las redes sociales.
La provincia de Cádiz ocupa además un lugar destacado en el ranking de casos detectados. Nada más y nada menos que el sexto puesto, por detrás sólo de grandes capitales como Madrid, Barcelona, Sevilla, Málaga y Valencia.
Detrás del aumento de fraude de este año, y del anterior, está sin duda la crisis económica. En la estadística, y sobre todo el Concurso Sectorial de Detección de Fraudes, se aprecia un incremento del número de intentos de fraude no profesionales, como simulaciones de robo, incendios de negocios, etc., aunque continúa habiendo redes delictivas organizadas para delinquir y simular el fraude, especialmente en relación con el seguro de automóvil. Respecto a las herramientas de investigación, claramente se ha producido una utilización masiva de Internet y redes sociales.
Eso sí, aunque el grueso del daño sigue siendo patrimonio de redes organizadas de delincuentes que convierten el fraude en su medio de vida, el mayor incremento se produce en el pequeño defraudador, el ocasional. La lectura es fácil: la crisis económica y las estreches que se viven en los hogares españoles han empujado a algunos a buscar en las aseguradores un modo de paliar esos apuros.
Las compañías de seguros se han dado cuenta, además, de que cada euro invertido en investigación antifraude supone un ahorro de 46 en pagos de casos fraudulentos.
ejemplos
Uno de los ejemplos lo protagonizó un cliente que denunció el robo de todos los asientos de su automóvil y reclamó la indemnización a su seguro. En el primer rastreo, su compañía detectó que los asientos estaban a la venta en el portal eBay y que el teléfono de contacto del vendedor era el mismo que tenía desde hacía años la compañía en su ficha de cliente.
Otro caso fue el de una corredora semiprofesional de motos que trató de obtener una indemnización por una caída al resbalar en una gasolinera que le había provocado, según su reclamación, una lesión invalidante, caída del cabello y depresión. Fue descubierta por colgar en su página de Facebook las fotos de sus competiciones en motos de gran cilindrada, que demostraban la ausencia del daño en el hombro y del resto de secuelas de aquella caída de leves consecuencias.
El problema es que estos fraudes lo pagan todos los asegurados, ya que al aumentar la estadística siniestral, las cuotas suben.
Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es