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Al pasar la barca... (II)

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  • Resto de antiguas barcas junto al molino de mareas de El Puerto.
  • El ?puerto de Jerez? estuvo ubicado históricamente en el El Portal
  • Cuatro barcas cruzaban el Guadalete en el término de Jerez a mediados del XIX
Proseguimos hoy con la segunda de las tres entregas presentadas bajo el título de “Al pasar la barca”. Esta segunda parte está dedicada a las barcas de El Portal, el Alamillo y La Barca de la Florida.

Barcas en El Portal
Como es conocido, el “puerto de Jerez” estuvo ubicado históricamente en el El Portal, sobre la margen derecha del río Guadalete. Aunque el primitivo emplazamiento parece ser que se situaba en el lugar que hoy conocemos como La Corta, desde el siglo XIV hay ya referencias al embarcadero en el lugar en el que permaneció hasta mediados del XIX: El Portal. No es de extrañar por ello que las primeras barcas de pasaje en el Guadalete de las que se tiene constancia documental haya que situarlas también en esta zona.
Así nos lo recuerda, por ejemplo, el historiador Bartolomé Gutiérrez quien en su “Historia de Xerez” da cuenta de que ya en 1494 “tenía por suyas la ciudad” las rentas de “la barca del Portal y el pasaje de ella”. (T.II. pg 298). El paso del río por El Portal, era ya conocido desde la antigüedad y en los siglos medievales debió ser el más utilizado, junto al del Vado de Medina para enlazar con los caminos que iban a “la puente de Suazo”, a la Isla de León y a Cádiz ya que junto al cortijo de La Herradura, a los pies de los Cejos del Inglés, discurría la Cañada real que conducía a estas poblaciones, siguiendo probablemente la ruta de la antigua Vía Augusta.
El citado historiador nos informa también de un curioso litigio que tuvo como “protagonistas” las barcas de pasaje del Guadalete en esta zona de El Portal. Así, cuenta que en 1495, el regidor de El Puerto de Santa María, -el jerezano Charles de Valera- pidió licencia a la ciudad de Xerez para "fabricar un molino en la boca del Río Guadalete" así como para la “fábrica de una Barca… que debía ocuparse solamente en llevar y traer lo perteneciente al molino y para pasar los moledores ya la habían hecho de pasage” (T.II pg. 315). Al parecer, en la mencionada barca, su propietario había “pasado personas por dinero”, con lo que se perjudicaba grandemente a los “concesionarios legales” de la barca de El Portal, que trasladaron sus quejas a las autoridades jerezanas. La reacción no se hizo esperar y como Bartolomé Gutiérrez cuenta, en 1496 “vino Alonso de Coria, Arrendador de la Barca del Portal de Xerez quejándose de que por la Barca que puso Charles de Valera, alcaide del Puerto, para el pasage del Molino en que pasaba mucha gente, se hacía menoscabo de pasage de la suya. Estaba esta Barca del Portal de Xerez junto a una Hermita llamada del Portal” (T.II pg. 328).
El conflicto entre los barqueros debió ir a mayores ya que, ante la negativa del alcalde de El Puerto a dejar de utilizar la barca con la que cruzaba la “boca del Guadalete”, que operaba “ilegalmente”, “ciertos vecinos de Xerez… fueron con mano armada por el río Guadalete y se trajeron una Barca que estaba junto al Molino del Sr. Charles de Valera, Alcalde de aquella Villa”, tal como denunciaron después los regidores de El Puerto en una carta dirigida a la Ciudad de Jerez, que desestimó esta petición a favor de los derechos de pasage de la Barca de El Portal. (T. II Pg. 330)

Barca del vado de Martín Dávila
En una pasada del río Guadalete, conocida como “Vado de Martín Dávila”, así bautizada en honor del caballero jerezano de este nombre que dio muerte al alcaide moro de Ronda, se instaló a mediados del siglo XVII una barca de pasaje. Juan de la Plata da cuenta de ella al describir las barcas que cruzaban el río: “la más antigua de todas, es la que se autorizó a Esteban Salazar en 17 de abril de 1652, para restablecer la barca del vado de la torre de Martín Dávila".

Barca de la Greduela
A mediados de la década de los 50 del siglo pasado se pusieron en regadío varias fincas de la margen derecha del Guadalete en la zona de los Llanos de la Ina y La Gredera. Entre ellas se encontraba la de La Greduela que quedaba prácticamente “encerrada” en un meandro del río. Para facilitar el acceso a los colonos, que llegaban a sus parcelas por un accidentado camino que enlazaba con la carretera que une Lomopardo y Estella, se habilitó una barca en el punto conocido como Venta de las Carretas. La Barca sustituyó la tradicional soga o maroma, por un cable de acero que unido a un mecanismo manual accionado desde la barca, facilitaba el cruce del río. A finales de los sesenta, con la construcción en este lugar del “Puente de la Greduela” dejaría de utilizarse la que fue, junto a la del Alamillo, una de las últimas barcas activas en el Guadalete. El viejo puente, que con frecuencia se veía cubierto por el río en sus avenidas dejando aislados a los vecinos, sería sustituido por el existente en la actualidad, inaugurado el 8 de diciembre de 2005.

Barca del Alamillo
El paraje del Alamillo está situado en las inmediaciones de El Palomar de Zurita, junto al cortijo del mismo nombre. Hoy cruza el río por este lugar, a través de un puente, la carretera que se dirige a los poblados de colonización de El Torno y San Isidro de Guadalete que parte desde la que une La Ina con Torrecera. Desde antiguo, existió en este lugar un vado en el Guadalete a través de que se ponían en comunicación las vías pecuarias más importantes de la vega baja: la Cañada Real de la Sierra (carretera de de Cortes) y la Cañada del León, ambas unidas por la conocida como Cañada del Lentisco, que cruzaba el río por el vado del Alamillo. En sus proximidades se encontraban antiguos cortijos como Salto al Cielo, Rancho Perea, Revilla (donde se levantaría San Isidro de Guadalete), El Torno, La Florida, El Palomar de Zurita, Chipepe… por lo que el vado era muy transitado.
Juan de la Plata apunta que en 1768 empezó a funcionar esta barca que también cita Madoz (1846) como una de las cuatro barcas que cruzaban el Guadalete en el término de Jerez a mediados del XIX, señalando que esta del Alamillo permitía franquear el río a quienes hacían el camino de Jerez a Paterna. De gran interés es la información que aporta el “Plano del Término Municipal de Jerez de la Frontera” (1897) de Antonio Lechuga y Florido, en el que puede verse aún la leyenda “Barca del Alamillo”, así como el emplazamiento de una “Casa del Barquero”, junto al río, prueba de la gran importancia que debió tener en su día esta barca si tenemos en cuenta que entre el Puente de Cartuja y el Vado de la Florida, existía un gran tramo fluvial (casi 20 km) que sólo podía ser cruzado con seguridad a través de este paso.
En el mismo lugar donde estuvo emplazada la barca del Alamillo se construiría en la década de los 70 del siglo pasado el conocido como “puente de El Torno”.

Barca de La Florida
Entre todas las barcas que han cruzado el Guadalete a lo largo de su historia, la única que ha perdurado en la toponimia ha sido la de La Florida. Junto con La Barca de Vejer, en el río Barbate, ésta de la Florida también dio nombre a una conocida población del Jerez rural.
El conocido Vado de La Florida, en tierras próximas al cortijo del mismo nombre se ubicaba en un punto en el que confluyen diferentes vías pecuarias o cañadas, que formaban, junto al Guadalete uno de los descansaderos de mayor superficie del término, cercano a las 40 hectáreas, donde luego se levantó el poblado de colonización de La Barca de La Florida.
La Cañada Real de la Sierra cruzaba por aquí, proveniente de Cuartillos hacia Mesas del Corral para seguir su camino hacia el Valle, el Mimbral y el Tempul: las tierras del Este del término municipal jerezano. De este descansadero del Vado de La Florida arrancaba también hacia el Norte la Cañada de Albardén, hacia la Junta de los Ríos y Arcos, así como los caminos que llevaban a los cercanos cortijos de Berlanga, Berlanguilla y La Suara y al descansadero de Mesas del Corral, situado al otro lado del río. Un lugar, en suma, que constituía un auténtico nudo de comunicaciones y cruce de camino del Jerez rural y que, como tal, contaba con un vado para el paso del río desde la época medieval.
Juan de la Plata, aporta referencias de su posible origen señalando que “se estableció en 1725, poniendo en comunicación los parajes del río Guadalete conocidos por La Florida, La Suara y Berlanguilla”. De ella da también cuenta Madoz (1854), que la denomina indistintamente como “barca de la Florida” o “de Berlanga” y que sitúa en el Vado de La Florida. En este mismo lugar se construiría en 1864, el puente-sifón del acueducto del Tempul. En el Plano del Término Municipal de Jerez de la Frontera de A. Lechuga y Florido (1897) figura ya señalada la “barca” junto a la “Venta y Pasada de la Florida”, en un punto aguas arriba del puente sifón. Veinte años después, el mapa del Instituto Geográfico en su primera edición de 1917 (Hoja 1042 de Paterna), en el que ya figura la carretera de Cortes, incluye también una referencia a la “barca” que cruzaba el río y la sitúa a la izquierda del paso de la carretera, río arriba, en un lugar muy cercano al actual Puente de Hierro.
Pero para conocer la pequeña historia de la última de las barcas de La Florida, la que dio nombre al pueblo, resulta de obligada (y deliciosa) consulta el libro coordinado por Juan Leiva La Barca de la Florida. Historia de un pueblo joven con viejas raíces. En él se informa de que en este lugar se encontraba en los años veinte del siglo pasado el conocido “Rancho de Benalí”. Su dueño, “Francisco Robles Pérez, alias “Benalí”, compró una barca de 12 metros de eslora por 7 de manga, que fue transportada hasta el río por don Antonio Guerrero (propietario del cortijo de La Florida), e instalada por “Benalí” para pasar el Guadalete, en el mismo lugar donde se encuentra actualmente el puente de La Barca de La Florida”. Como señala Juan Leiva, “la barca funcionaba mediante poleas instaladas a ambos lados del río, de las que tiraba el propio “Benalí”. Era un auténtico transbordador, en el que pasaban personas, animales y todo tipo de mercancías. Los rebaños, las “jarreas” de mulos y las recuas de burros, cargados de carbón de la sierra, pasaban la barca, camino de Jerez, cuando el río llevaba mucha agua”. En verano se vadeba el río por “La Pasada de la Barca”, que aún se utiliza en la actualidad. Como recuerda Juan Leiva, por el paso en barca se cobraba un peaje del que estaban exentos el personal del Gobierno. La “barca de la Florida” dejó de utilizarse tras la construcción del primer Puente de Hierro (en 1924, de un solo arco) que sería sustituido por el que conocemos actualmente en 1936.
Errores tipográficos han llevado a confundir en ocasiones a algunos autores las barcas de “Florinda” (de la que ya nos ocupamos en el post anterior) y la de “la Florida”. Se trata pues, como ha quedado claro, de barcas distintas unidas, eso si, por una misma “forzada” leyenda. Si algunos autores querían relacionar el nombre de aquella barca de Florinda, con la “Florinda” de la “leyenda del Don Rodrigo y la Cava”, algo parecido ha sucedido con esta “barca de la Florida”, acudiendo -indirectamente- a aquella historia. Así, Juan Leiva escribe en su libro citado que “Según la leyenda, la tal Florinda, hija del conde don Julián, vivió junto a la orilla del Guadalete en una mansión preparada por el rey don Rodrigo para a su amante. Los ojos de muchos aficionados a la leyenda de la Cava han querido ver en el cortijo de la Florida, de la Barca, el lugar donde pudo estar ubicado el famoso palacio de Florinda. En el cortijo de la Florida se han encontrado útiles y herramientas del hombre preshistórico, después aparecieron restos romanos y, últimamente, vestigios árabes. (pg, 39). Leyendas traídas de manera anecdótica de la mano de unos nombres ciertos, como las barcas que un día cruzaron el Guadalete en estos lugares.

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