Jerez

Un 'chaparrón' de dudas e incertidumbres

La Defensión no salió y El Amor volvió a su templo sin acceder a la Carrera Oficial por temor a una lluvia que no apareció

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No resulta sencillo recordar una jornada de Martes Santo tan atípica como la vivida ayer. Todo apuntaba a que la tarde iba a transcurrir de manera similar a la del Lunes Santo, ya que diferentes partes meteorológicos aventuraban que el riesgo de lluvia era reducido y que, por si fuera poco, iba menguando conforme pasaran las horas. Se presagiaba por tanto una tarde importante con cinco cofradías en la calle. La Hermandad de la Clemencia, que era la que podía cuestionarse en mayor medida su salida dada la distancia que debía recorrer hasta el centro puso su cruz de guía en la calle a las cuatro de la tarde, de manera puntual. Se habían abierto las puertas del Martes Santo y nada parecía indicar que pudieran volverse a cerrar.

La Hermandad del Desconsuelo debía ser la siguiente en echarse a la calle. También lo hizo, sin dudarlo, a las cinco y cuarto de la tarde. Todo entraba dentro del guión. Existía riesgo de que pudiera producirse alguna precipitación, pero se antojaba asumible. No en vano, es difícil encontrar un día del tramo inicial de la primavera en el que pueda descartarse de manera absoluta la posibilidad de que aparezca la lluvia.

Entre las 17.40 y las 17.50 horas debían iniciar sus respectivos recorridos procesionales las otras tres cofradías de la nómina del Martes Santo, y fue entonces cuando saltó la sorpresa, ya que la Hermandad de la Defensión anunció su decisión de no hacer estación de penitencia a la Santa Iglesia Catedral.

La noticia cayó como un jarro de agua fría y sacudió al resto de la jornada. Humildad y Paciencia y El Amor salieron a la calle al mismo tiempo que se conocía que La Defensión se quedaba en Capuchinos. A partir de ese momento, las redes sociales -el radio macuto del siglo XXI- parecieron tomar el mando de las operaciones.

Sobre las seis de la tarde se escuchaba y leía prácticamente de todo. Desde que estaba lloviendo con fuerza muy cerca de Jerez hasta que la dirección del viento traía hasta el centro un frente nuboso que amenazaba prácticamente con desbordar el cauce del Guadalete. Sí es cierto que justo entonces soplaba una brisa que por momentos tornó la tarde en desagradable, pero la cosa no pasó de ahí.

La Clemencia se encontraba ya cerca del centro, Humildad y Paciencia recorría las entrañas del barrio de San Pedro, El Amor en Porvera y El Desconsuelo saliendo hacia Santiago. Todo transcurría con normalidad hasta que la cofradía del barrio de San Juan, ya en calle Gaitán, decide no seguir hacia la Carrera Oficial y regresar a su templo tomando por delante de la capilla de San Juan de Letrán y continuando después hacia Rafael Rivero, San Marcos, Padre Rego, Compañía y Francos.

El Martes Santo se había roto por la mitad sin que ni siquiera fuese necesaria la presencia de la lluvia. Humildad y Paciencia, La Clemencia y El Desconsuelo culminaron la Carrera Oficial e hicieron estación de penitencia en la Santa Iglesia Catedral sin ningún tipo de incidencia. A la salida de esta última cofradía -y con el paso de misterio del Señor de las Penas plantado bajo la puerta principal del primer templo diocesano- cayeron unas tímidas gotas de agua que hicieron que el primero de los cortejos de la cofradía volviera sobre sus pasos. Sin embargo, apenas unos minutos después -y en vista de que aquello no cuajaba en lluvia-, la hermandad optó por poner rumbo al barrio de San Mateo.

La Hermandad de la Clemencia, ya de regreso, modificó ligeramente su itinerario evitando subir Porvera para acortar por Alameda de Cristina y Guadalete. Tampoco tenía sentido subir Porvera ya que esta novedad en el itinerario tenía como objetivo no interferir en el regreso a su templo de la Hermandad de la Defensión, y la cofradía de Capuchinos no estaba en la calle.

Fue un Martes Santo como hacía tiempo no se recordaba, con tres cofradías y cuatro pasos en la calle. Humildad y Paciencia no tuvo en esta ocasión los problemas del año pasado con la cuadrilla de costaleros, que tan mal lo pasó en el último tramo del recorrido. Al frente del martillo estuvo Ezequiel Simancas, que cumplió con el objetivo que se le había encomendado.

La Hermandad de la Clemencia -que siempre es la que más dificultades tiene para afrontar jornadas de incertidumbre meteorológica- impartió una nueva lección de magisterio cofradiero. Si no ocurre nada raro, el próximo año ya tendremos ocasión de ver en la calle el paso de palio de la Virgen de Salud y Esperanza.

Y la Hermandad del Desconsuelo llenó de vida el barrio de San Mateo, que no es poco. Destacó la nueva disposición del grupo escultórico del paso de misterio, así como el elevado número de nazarenos que acompañó al Señor de las Penas y a María Santísima del Desconsuelo. Al final, el chaparrón fue de dudas y de incertidumbres.   

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