El director general de Producciones y Mercados Agrarios del Ministerio de Agricultura, Fernando Miranda, advertía hace unos días que la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea supondrá entre 11.000 y 13.000 millones de euros menos de presupuesto. Esto, unido al incremento que en los próximos años se producirá en áreas como Defensa, Seguridad e Inmigración, podría suponer un notable descenso del presupuesto de la Política Agraria Común, que supone el 40 por ciento del total de las cuentas europeas y realmente, la única política gestionada desde Bruselas para toda la Unión Europea. La PAC ha contribuido al crecimiento económico, garantizando el suministro de una amplia gama de productos alimenticios de calidad con precios razonables y ha convertido a Europa en el segundo exportador de productos agrícolas a nivel mundial, a la vez que ha fijado a la población en el medio rural. El horizonte de que la UE deje de aplicar la PAC de forma homogénea y sean los Estados miembros quienes gestionen las ayudas, mucho más mermadas, producirá desequilibrios y desprotección en los mercados internacionales y falta de garantías. Sin la PAC, los agricultores europeos no pueden competir en precios con países cuyas condiciones laborales son casi medievales (salarios bajos, explotación laboral, ausencia de seguridad social). Y ahí, Jaén y su aceite se juegan mucho.
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