Nada nuevo bajo el sol cuando se cumple el ecuador del mandato municipal, salvo que la inacción de todos mantiene a la ciudad rehén de un Ayuntamiento que solo puede pagar a duras penas las nóminas de sus 1.400 empleados. La agonía financiera y un PGOU que hasta el momento no ha respondido a las expectativas que despertó en su día podrían resumir a grandes rasgos estos dos años de gobierno popular, con dos alcaldes, Fernández de Moya, que se procuró un puesto lejos de los dolores de cabeza de la Alcaldía, y Javier Márquez, que con dos amagos de abandono sigue en un quiero y no puedo sin zafarse de las zancadillas que sus mismos compañeros de partido le ponen, empezando por su antecesor. Pero hay mucho más. Estos dos años son también los de 26 de los 27 concejales liberados, muchos de los cuales solo pasean su palmito y ponen el cazo a fin de mes; los de los tres ediles de Ciudadanos que también dieron la espantada y que ahora procuran cobijo para mantener sus sueldos; y sobre todo, son dos años de pies para que no se levante cabeza en lugar de manos para salir de esta crítica situación. Junta y Gobierno central niegan el pan y el agua a un Consistorio hundido, y a un equipo de Gobierno que le cuesta la vida controlar a las concesionarias, sacar adelante un pliego, una RPT, una ayuda... la ciudad, en fin.
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