Poco a poco Jaén sigue recuperando la memoria de personajes ilustres que nacieron o que contribuyeron a hacer de esta tierra lo que hoy es, con sus bondades y sus miserias, pero con una nobleza de la que todos debemos sentirnos orgullosos. Ayer, con motivo del 75º aniversario de la muerte en la cárcel a los 31 años del poeta Miguel Hernández, los actos de homenaje al autor del que hoy es himno de la provincia, Andaluces de Jaén, se sucedieron por toda nuestra geografía, especialmente en Quesada, ciudad natal de su esposa, Josefina Manresa, y la capital, donde, aunque apenas pasó tres meses, escribió buena parte de su poemario ‘Viento del pueblo’ y ayer inauguró, gracias a la asociación Círculo de Ánimas, otra placa en su memoria en la plaza de los Naranjos. Sin embargo, lo más importante y por lo que Jaén estará definitivamente ligada al universal poeta, es porque todo su legado, aquel que su esposa escondió durante décadas para que no fuera destruido por el régimen franquista, está en Jaén, gracias al esfuerzo y el interés de la Diputación Provincial, que ha hecho de lo que lamentablemente simplemente era una corta estancia durante la guerra en Jaén, el epicentro del universo hernandiano, el lugar a donde cualquier estudioso de su figura u obra debe acudir física o virtualmente a través del Instituto de Estudios Giennenses.
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