Una vez más el Carnaval se desdibuja en la capital. Como los ojos del Guadiana, la mayor fiesta pagana que se celebra en medio mundo, pierde fuelle y casi ni se percibe de no ser por el concurso de agrupaciones carnavalescas que estos días acoge el teatro Darymelia gracias al esfuerzo, tesón e ilusión de un puñado de valientes que continúan en esta ciudad (apática a veces hasta para las fiestas) dando la murga para que Don Carnal no sea sepultado. Desde lo público, salvo el concejal Montané, pocos otros, o con tanto interés, han intentado (y conseguido) que el Carnaval se dejara notar en la ciudad. Lejos quedan aquellos carnavales del parque de La Victoria entonces, donde desembocaba el pasacalles, donde actuaban las agrupaciones y donde se programaban conciertos durante todo el fin de semana. Aquellas actuaciones de las comparsas y chirigotas no están reñidas con que las semifinales y la final se celebren bajo techo, en un teatro como Dios manda. Se puede dignificar el trabajo de las agrupaciones y luego sacarlas a la calle, a las plazas, para que todo el mundo disfrute de ellas. Se muere el Carnaval en Jaén por falta de atención, como otras tantas cosas y se pierden oportunidades para generar negocio y sacar a la gente a las calles.
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