El comité de empresa de los trabajadores de FCC, que se encarga de la recogida de basura en la capital y de la limpieza viaria, acordó ayer dar luz verde a una huelga indefinida, si bien no se concretaron fechas aún. El conflicto, por tanto, de la basura se agrava y una vez más serán los vecinos los que sufrirán las consecuencias de la ruina municipal y de la defensa de los empleados, no de sus puestos de trabajo, sino de su actual empresa, poniendo más esfuerzo en que sea FCC la que continúe prestando el servicio, que en llegar a acuerdos que garanticen sus puestos de trabajo sin la necesidad de que los ciudadanos sufran las consecuencias, que sería ya lo que le faltaría a la capital. Suena más a imposición de los empleados que a la defensa de sus puestos, o al menos, esa es la sensación que da, toda vez que desde las administraciones implicadas se garantizan todos los puestos de trabajo en el caso de trasvase. Los empleados se agarran a que ese acuerdo se romperá a los pocos meses como ha sucedido en otros lugares, pero defiende, como si fuera una cuestión de fe a una empresa que difícilmente podría mantener las actuales condiciones si se baja el montante anual con un nuevo pliego de condiciones. Y por supuesto, sin saber si lo ganarían.
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