Cáritas Diocesana endureció ayer su discurso en la presentación de la memoria del pasado año, cuando se atendieron a más de 40.000 jienenses, menos que en 2014, pero como consecuencia de la desaparición de las ayudas de la Unión Europea, que se suplió en parte con el incremento de donaciones de los ciudadanos. En cualquier caso, su director, Rafael López-Sidro, se mostró crítico con la situación actual, lamentó que los políticos se cuelguen medallas porque el paro pase del 35 al 30 por ciento, pero sobre todo, continuó en la línea que lleva años defendiendo, junto a Cáritas Diocesana, de no profesionalizar la pobreza, que sigue manteniendo cuotas muy altas en esta provincia. Con ese fin, hace algo más de un año que se puso en marcha una nueva línea estratégica a través de una especie de plan de empleo que lo que provocase fuesen puestos de trabajo y no ayudas. De esa política la capital y Linares pronto verán las dos primeras tiendas de ropa de segunda mano en las que se seguirá atendiendo a familias con necesidades, pero a la vez se generará una actividad económica que permita crear empleo no solo con la venta de las prendas, sino con su tratamiento y clasificación. En definitiva, procurar la caña en lugar del pescado.
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