No es nada nuevo que el Ayuntamiento debe hacer cada mes encaje de bolillos para pagar las nóminas de los 1.400 empleados de los que solo alrededor de 300 son funcionarios de carrera. El concejal de Hacienda, Manuel Bonilla, ofrecía ayer la escalofriante cifra de que tres cuartas partes del gasto municipal se va cada mes en pagar las nóminas, lo que significa, que el Ayuntamiento es básicamente, una empresa que paga a sus empleados y poco más. Y lo es desde hace tres mandatos. El problema es que la solución a esa situación se fía a muy largo plazo, porque este equipo de Gobierno liderado ahora por Javier Márquez no está dispuesto a reducir el gasto de personal más allá de no reponer las jubilaciones que se produzcan. Sin embargo, la posibilidad apuntada por el concejal de Hacienda de que el Ministerio legisle de manera que los ayuntamientos más endeudados puedan acogerse a prejubilaciones tampoco se ve cercana dado el actual panorama político en el país, sin interlocutor válido en Madrid. Quiere esto decir que la ciudad seguirá siendo rehén de los puestos de trabajo del Ayuntamiento y que mes a mes, el principal objetivo de la administración local no es otro que pagar las nóminas. Lo que es justo para 1.400 empleados es injusto para 116.000 vecinos.
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