Felices se las prometía este país que escribe el guión soñado de Berlanga o el esperpento perfecto de Valle-Inclán, que en su traslado a Jaén no pasa de comedia de Ozores. ¿Éste es el nuevo tiempo del que se hablaba? ¿Estos son los nuevos actores, los de la regeneración democrática, los de la segunda Transición? Ayer, como no podía ser de otra manera, a tenor de lo vivido hasta el momento, los tres ediles electos de Ciudadanos abrazaron su subida salarial del 24 por ciento y mandaron al partido por cuyas siglas accedieron a los sillones graciosamente remunerados que ahora ocupan, allá donde amargan los pepinos, para abrazar con ilusiones renovadas y lejos de las imposiciones orgánicas, el grupo mixto, que por primera vez en la historia tendrá que ser constituido en el Ayuntamiento. Su comparecencia, digna de estudio y a la altura de la política actual de este país, se producía mientras la otra “renovación” de las urnas locales, Podemos-Jaén en Común, se desangraba en otro conflicto interno de navajazos y egos heridos. El nuevo tiempo nacido a nivel nacional se estrella en la arena local, arrastrando, el tiempo lo dirá, a sus precursores y dejando nuevamente huérfanos, desamparados e impotentes, a los ciudadanos que reclaman cambios sociales.
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