La semana pasada se reunió el grupo siete de trabajo del Plan Estratégico de la provincia de Jaén, en el que están representadas todas las administraciones. Entre los acuerdos alcanzados sonroja comprobar cómo quienes deben impulsar y ejecutar las obras de infraestructuras de la provincia no solo no lo hacen, sino que se lo reclaman a ellos mismos desde una mesa estratégica que lleva décadas apuntando la necesidad y la urgencia de algunos de esos proyectos. Entre ellos destacaba la conexión de Jaén con Granada, recogida el año pasado en el POTAU y de la que no hay ni una sola noticia positiva desde entonces. Con el intercambiador de Alcolea en barbecho tras la retirada de la subvención de la Junta de Andalucía, que sí es competente en el transporte de ferrocarril regional, y con la Alta Velocidad inmersa en los cuidados paliativos, las cifras de pasajeros continúan descendiendo en la estación de Jaén. Hasta el pasado mes de septiembre la capital había perdido casi dos mil viajeros. Y serán muchos más en los próximos años si los gobiernos no apuestan de una vez por alguna conexión rápida de Jaén con las capitales que sí disfrutan o van a disfrutar en breve de la alta velocidad, llámense Córdoba y Granada.
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