Córdoba-Madrid, una hora y media en AVE. Jaén-Madrid, cuatro horas y media en tren media-distancia. Jaén-Granada, imposible. Para ir a Málaga, a Córdoba. Es el triste resumen de la situación del transporte por ferrocarril en nuestra provincia y mucho más sangrante en nuestra capital. Ahora, otro vagón, el del corredor central se evapora como el agua en estos días de intenso calor. Jaén se queda fuera. No se corre por el centro, por el Paraíso Interior. Jaén deberá esperar a que la física cuántica, a través de los universos paralelos o los agujeros de gusano, pueda ser una opción para que el viajero, desde su casa, entre o salga en esta provincia. Aparte de las razones históricas por las que Jaén se convirtió en el siglo XIX en final de trayecto en el ferrocarril, causa alarma ver cómo una provincia con la situación geográfica estratégica que tiene haya sido capaz de provocar los desvíos de las principales vías de comunicación. Otro más con el corredor central que se queda sin un euro de la Unión Europea. Jaén continuará aislada por tren con el resto de España tal vez lo que nos quede de siglo. Tal vez nunca lo esté. Y no es tanto lo que lleva esta tierra pidiendo desde hace décadas: simplemente unas vías que permitan viajar al tren a más de 70 kilómetros por hora en la provincia, para así ganar casi una hora en llegar a Madrid o media en alcanzar Córdoba y su AVE. Nada más.
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