Tiene Andalucía muchos más motivos por los que sentirse orgullosa y dichosa que por los que lamentarse, sobre todo, porque el lamento que pueda sollozar el pueblo andaluz es el mismo de cualquier otro pueblo en estos tiempos; sin embargo, las cosas que nos hacen sentirnos orgullosos son nuestras, singulares, únicas en muchos casos. Mañana se celebra el día de Andalucía, y lejos de chauvinismos baratos y trasnochados, de consignas nacionalistas y de recuerdos de estatutos históricos interrumpidos en la II República, esta tierra está muy por encima de todo ello, tanto, que a veces le importa poco todo ese academicismo institucional. Andalucía y Jaén deberían celebrar mañana su día sobre todo por su pueblo, que es quien moldea esta tierra, como ella lo moldeó a él desde los primeros amaneceres sobre el Mediterráneo y el Guadalquivir. Jaén debe celebrar toda la extensa, diversa y singular riqueza que atesora, pero sobre todo, debe sentirse orgullosa de cada uno de sus vecinos, a los que no les falta una sonrisa a pesar de los malos tiempos y mucho menos una hospitalaria acogida para quienes vienen de fuera. Mañana es el Día de Andalucía y aunque quizá no sea en nada diferente a cualquier otro, es el que nos une como pueblo, y como pueblo, no cabe la menor duda, hemos dado mucho más de lo que hemos recibido.
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