Afalta de estadísticas oficiales y de datos contrastados, muchas veces, la calle, el día a día, la conocida como economía familiar, se erige como termómetro de lo que sucede en la sociedad. Así ha sido durante los últimos seis años, salvo las concreciones del mercado laboral mes a mes y trimestre a trimestre y algunos otros indicadores, la mayoría de ellos provinciales, regionales o nacionales. Ayer, la Fundación Estrategias presentó un informe que vale su peso en oro, porque certifica el estado de coma de la economía jienense y, en especial, el de la capital. Desde 2007 la ciudad de Jaén ha perdido casi mil empresas, pasando de las cerca de ocho mil que tenía en ese año a las poco más de siete mil del pasado. Y lógicamente, con ellas, se ha ido empleo, duplicándose el número de parados de la ciudad, de 6.500 a 13.000. Sin embargo, retomando la teoría del termómetro social, el número de bares ha aumentado en la capital casi un siete por ciento y el índice comercial minorista casi un ocho por ciento. Por tanto, los mensajes agoreros y catastrofistas de algunos representantes del sector no son tal y como, sin datos objetivos, nos venían contando, al menos en lo que a la hostelería se refiere. Ahora hay más establecimientos, que tal vez ganen menos, pero que mantienen economías familiares y generan empleo. Quienes tanto lloran están abiertos, el resto, ni siquiera tienen quien escuche su llanto.
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