Son ya recurrentes los recortes en sanidad o en educación, pero mucho más cuando llega la época estival y las contrataciones por las vacaciones cada vez descienden más. Ayer Csif denunciaba los abrumadores recortes de personal que se están produciendo en los últimos cinco años con cifras tan alarmantes como que este año se contratarán para suplir las bajas a un 64 por ciento menos de facultativos durante el verano. Está claro que no es fácil gestionar cuando los recursos son menores, pero a veces simplemente es necesario sentarse a diseñar una estrategia del control del gasto (que ya se hace) y no acudir solamente al bulto. Si a un paciente le dice el médico que debe perder veinte kilos porque si no es muy posible que muera de un infarto, la solución no es amputarse una pierna y eliminar veinte kilos de golpe de su fornido cuerpo. Los sindicatos sanitarios han señalado en muchas ocasiones dónde se puede recortar sin que la atención a los enfermos, a los ciudadanos, se vea mermada, que es lo que realmente importa. Compartimos que la sanidad pública española y la andaluza es de las mejores del mundo, pero, ¿lo es la gestión que de ella se hace? Es en estos momentos en los que es necesario cortar de raíz con prácticas gravosas aunque su implantación pueda parecer a priori más problemática y compleja de lo que es realmente.
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