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La era Sánchez

A voluntad y empeño no le gana nadie. Quizá adolezca de otras virtudes pero a constancia y perseverancia pocos como el presidente del Gobierno

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A voluntad y empeño no le gana nadie. Quizá adolezca de otras virtudes pero a constancia y perseverancia pocos como el presidente del Gobierno. Ya desde sus comienzos, Pedro Sánchez no ha seguido los pasos normales y, a priori, lógicos de la política, sino que ha tenido tal cantidad de vaivenes, de amagos, de intentos, de idas y venidas que pocos eran ya los que lo esperaban.

Pero así es mi España. Que lo mismo hoy nos venden que la aprobación de los Presupuestos garantiza la estabilidad de Rajoy como presidente hasta 2020 que mañana Pedro Sánchez saca adelante una moción de censura contra pronóstico y se convierte en presidente.

Es todo tan veloz y a un ritmo tan vertiginoso que es casi imprudente hacer valoraciones ni pronósticos, pero acabamos de entrar en una nueva era que, visto lo visto, sabrá Dios por dónde nos lleva. De momento, de la apocalipsis y el amago de “legislaturus interruptus”, hemos pasado a uno de los espectáculos más surrealistas de la era política actual: el goteo de ministrables que se iban anunciando entre filtraciones, comunicaciones extraoficiales… y que nos ha tenido una semana en la que casi todos ya mirábamos el teléfono porque veíamos cerca la posibilidad de que también nos cayera un Ministerio.

Está claro que Pedro Sánchez se la ha jugado con todas las cartas que ha podido. Y ha apostado fuerte para que no le puedan criticar de inicio. Ha sabido mandar determinados mensajes a los públicos más importantes para él: Europa, Cataluña y sus sectores sociales más propicios al voto.

Cuando la capacidad de sorpresa la creíamos agotada, el presidente se ha sacado de la manga nombrar ministro a un astronauta. Y dejó para el final la cartera de Cultura y, claro, sobre el bueno de Maxim Huerta ha caído todo el ansia español por devorar al nuevo Gobierno.  

Pero si rascamos un poco, Sánchez ha nombrado ministros a tres de los consejeros que formaron parte de los gobiernos de los ERE, algo que no parece la mejor tarjeta de visita. Carmen Calvo nos promete momento de gloria en los debates pues su historial de frases célebres es inagotable.

Montero es buena parlamentaria y tendrá buenos debates, pero claro, se trata de que tiene que gestionar. Y ahí tendrá que dedicar más tiempo a esquivar sus propios escupitajos que en arreglarnos los problemas.

Sánchez ha nombrado a un ministro de Cultura que odia una parte de la cultura, el mismo de Deportes que manifiesta odiar el deporte.  Ya tuvimos una experta en Ciencia y Universidad (Cristina Garmendia) que sólo se preocupó de que, al salir, su futuro estuviera resuelto, por lo que la presencia de Duque de entrada bien, pero a ver qué es capaz de demostrar. Ha querido apostar por el Medio Ambiente y ha nombrado ministra a quien autorizó el almacén de gas en Doñana. Que tengan buena mano porque será lo mejor para todos.

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