Ha tardado en llegar, pero ha llegado. El Puerto ha lanzado hacia dentro y hacia fuera esta semana un mensaje extraordinariamente positivo: reconocer como ciudad la labor de un colectivo de mujeres con los mayores.
Eso es lo que se premia otorgando la Medalla de Oro de El Puerto a las Hermanitas de los Pobres. Su propio nombre ya indica su proceder y sus maneras, sus intenciones y su día a día. Ha tardado en llegar, pero lo importante es que ha llegado el día en el que El Puerto ha asumido que tenía un débito importante con estas mujeres, religiosas, y su labor hacia los mayores de la ciudad.
Me alegra y mucho ver que todos los partidos se han puesto de acuerdo en otorgar este reconocimiento. Seguramente, las Hermanitas de los Pobres pensarán que no lo merecen y que casi mejor que una medalla de oro preferirían una de chocolate con la que endulzar, al menos, la merienda de alguno de sus ancianos. Pero no es así, claro que merecen la Medalla de Oro de El Puerto.
Mujeres laboriosas y de labor callada, aunque todos sabíamos del siempre intranquilo corazón de unas religiosas que, desde su amor a Dios, su Fe y el Evangelio llevado a su vida, lo han dado todo hasta decir basta. Ellas y los muchos portuenses que durante años han colaborado con ellas a que la labor fuera un poquito más llevadera.
Y me alegra ver que el hecho de que se trata de una congregación religiosa y de una labor cristiana no haya influido ni en la decisión ni en el debate. Es de reconocer la capacidad de todos los partidos de la Corporación Municipal de estar a la altura. Desconozco si es posible por legalidad y por infraestructura, pero propongo que el acto de imposición de tal Medalla, dada la particularidad de las premiadas, pudiera realizarse en la residencia de Las Banderas, lejos del boato protocolario (el que merece una distinción como la Medalla de Oro), con opción a que acudan todos los ciudadanos que estimen oportuno.
Que sea la ciudad de El Puerto la que vaya a casa de las Hermanitas de los Pobres a entregarles la distinción más noble que tiene y que allí se le rinda el homenaje, en el lugar donde tantos ancianos han vivido, compartido y convivido.
Sé que es complicado porque la legislación obliga a celebrar plenos sólo en instalaciones municipales, pero si hubiera un resquicio legal que lo permita, creo que el homenaje sería redondo. Aunque lo importante ya está. Gracias a toda la Corporación Municipal.
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