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Duerme, Puerto, duerme

Duermen los pancartos ¿se acuerdan?, ni siquiera la Flave o la Zona Norte andan despiertos. Los comités de empresa de las empresas concesionarias duermen...

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Estas son las mañanitas que cantaba el rey David…” El Puerto duerme, cual bebé arrullado en los brazos de su madre. Apenas si alcanza, muy de vez en cuando, a entreabrir un ojo. Contempla que todo sigue igual y retorna al cómodo silencio de quien solo duerme esperando, iluso, que en algún momento pueda sonar el despertador.

El Puerto vivió mucho ruido, demasiado diría yo. Un ruido que se ha comprobado en poco tiempo que fue absolutamente innecesario, artificial, provocado y mentiroso. Un ruido que debió causar tanto hastío, tanto cansancio, tanta frustración y tanto cansancio que la ciudad se echó a dormir.

Duerme un equipo de Gobierno que apenas es capaz de llenar la iniciativa, que no ha sido capaz de cumplir, siquiera, sus principales promesas electorales (líbreme Dios de pedir que cumplan todas).

Duerme un equipo de Gobierno incapaz de lograr mayorías que le hagan aprobar sus propias propuestas que espera, sentado (y cobrando) que haya alguien que les haga el trabajo. Duerme la oposición, siempre espuela y estímulo y que ahora apenas denota ciertos intentos por parte de algunos, pocos, ediles del PP.

Duermen los pancartos ¿se acuerdan?, ni siquiera la Flave o la Zona Norte andan despiertos. Los comités de empresa de las empresas concesionarias duermen, los comerciantes duermen, las asociaciones de vecinos entraron también en letargo. Qué hablar de las federaciones de EMAs.

Los ecologistas sabelotodos también duermen (aunque a decir verdad, es lo mejor que hacen, lo que no tengo claro es si lo harán con la conciencia tranquila). Han conseguido que duerman los medios de comunicación… Silencio que El Puerto duerme. Algún sollozo lejano, algún remoto aspaviento, pero todo vuelve a su estado somnoliento.

Qué pena porque hay en El Puerto gente que no quiere dormir, que quiere vivir y, además, vivir mejor. Hay ideas vivas, la ciudad tiene todo a su mano para estar despiertos las 24 horas del día sin siquiera querer que te entre sueño. Pero ya ven, estas son las mañanitas que cantaba el Rey David.

Desconozco si se está a la espera de la llegada de un príncipe que, con un beso, despierte a la bella ciudad; lo cierto es que fue tanta la borrachera que la resaca está siendo nefasta; fue tanta la exageración, que la extenuación está resultando demasiado duradera; fue tanto lo que se pervirtió, que la dura realidad ha golpeado excesivamente duro. Despierta, mi bien, despierta.

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