Ay Señora, ten de nosotros piedad, porque otra no nos queda. Menos mal que el final del verano y el llamado comienzo de curso nos coge con el viento a favor en El Puerto y podemos encomendarnos a la Patrona, que bendito nombre tiene: Milagros.
Y es que, en El Puerto, señora, haces falta más que nunca. Tu intercesión se hace necesaria y hacen bien tus fieles y devotos en rezarte y en celebrar los 100 años de tu Coronación Canónica.
Cuando se formó el tripartito, actual bipartito, que gobierna la ciudad, quien escribe creía que Ángel Quintana podía ser de los más preparados y de los que diera algo de cordura al equipo de Gobierno. No podía estar más equivocado.
En la primera oportunidad que ha tenido recién destituido, afortunadamente, del área de Turismo, el nuevo concejal de Fiestas ha logrado cuadrar el círculo: celebrar la fiesta de la Patrona sin la patrona, en un lugar “cutre y nada digno” el año pasado que este año parece haberlo dejado de ser; que termina cuatro días antes de la Patrona…
Milagros que también necesitan las mascotas y animales de esta ciudad que ven cómo ni playa canina ni centro de acogida. Promesas, madre, promesas, que no se ven ni para ellos. Milagros para los que les adeudan las ayudas de Bienestar Social; milagros, señora, milagros hacen falta y muchos para que se prospere.
¿Pues no parece, Madre, que funcionaba mejor y de forma más cohesionada el tripartito que el bipartito a pesar de que lo normal sería lo contrario? Los ediles de IU y PSOE parecen ahora más lejos que antes, concejales desdibujados de quienes apenas se conoce gestión ni labor.
Ultraconcejales que no dan abasto (como es humanamente lógico) y concejalillos de escasa gestión.
Un silente primer teniente de alcalde que apenas si destaca ni brilla ni aparece más que en cuestiones secundarias.
Hacen bien tus vecinos en encomendarse a ti, Señora. Y aunque el más llamado laicismo provoque que los legítimos representantes de los portuenses se separen de la patrona de sus representados, no abandones tu ciudad, no dejes de la mano las cabezas, manos y corazones de sus gobernantes.
Ayuda a tu Puerto a encontrar el rumbo, a que avance a pesar de mentes cortas y cabezas estrechas; que venga tu aire fresco a contagiar a quienes tienen que tirar del carro para que El Puerto, madre, avance de una vez.
Y por favor, Dulce Madre de Milagros, ten de nosotros piedad.
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