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Semana Santa

Viernes de Dolores. Al menos siempre ha sido así. Lo mismo ahora hay que llamarlo el Viernes de la Lola

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Viernes de Dolores. Al menos siempre ha sido así. Lo mismo ahora hay que llamarlo el Viernes de la Lola. Quién sabe hasta donde es capaz de llegar la estulticia humana. Y el tradicional Viernes de Dolores da paso a la Semana Santa.

Que hay que ser mamarracha, por no decir incoherente, falsa y demagoga para, con dinero público, programar una Semana de Festividades que pretenda convertir en civil la más pura esencia del Cristianismo.

No solo respeto, sino que me parece un ejercicio de absoluta normalidad que a uno no le guste la Semana Santa.Porque gracias a Dios, uno es libre de decidir si cree o no en Él. Porque el libro de los gustos está en un blanco tan radiante que cualquier matiz es posible. Porque cada cual es partidario de una u otras tradiciones o manifestaciones.

Las vertientes que aporta la Semana Santa son muchas y muy variadas pero lo que no puede dejar de ser, se empeñe quien se empeñe, es Santa. Le podemos dar todas las vueltas que queramos a la cultura, a la generación de riqueza o a la atracción turística, pero la Semana Santa es la conmemoración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo.

Y eso es lo que entiendo les molesta a algunos. Que una gran parte de la gente, de esa gente cuya representatividad  se atribuye en exclusiva, sea capaz de vivir por, de aglomerarse, de entusiasmarse, de paralizar incluso una ciudad por un asunto relacionado con la Iglesia Católica.

Pero salvo por rencor u odio, no entiendo esta marea artificialmente llamada laica. Hasta que no se cambie la Constitución, en ella se habla de una España aconfesional, nunca laica.

Por eso, las administraciones públicas defenderán siempre la libertad de culto, pero en ninguna parte pone que haya que eliminar el culto. Bien hacen en separar la administración de todos con la Fe individual, pero quien administra  para todos no puede hacerlo contra una parte importante de ese todos.

Tampoco por pertenecer a la Iglesia Católica, se tiene menos categoría que cualquier otro colectivo a quien la Administración Pública concede subvenciones, recepciones, visitas, reuniones o asistencias.

Ya llegó Semana Santa. Para quien la vive, para quien la protagoniza, para quien la contempla, para quien la mira, para quien la trabaja y para quien la aprovecha para ver con muy buenos ojos los días festivos.

Para los que somos cristianos, tiempo de gracia por un Dios hecho hombre que es capaz de lo más grande, de dar su propia vida por nosotros y por los que vendrán y de anticiparnos un mundo eterno que vendrá el día que lleguemos junto a Él.

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