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Votar a tu alcalde

El final del mandato llegó y tú decidirás. Parece aquella canción que nos anunciaba la anual separación de nuevos amigos una vez finalizadas las vacaciones de verano; pero no, es una realidad. Ha llegado el momento de dar por terminada una legislatura y que cada cual elija quién quiere que sea su al

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El final del mandato llegó y tú decidirás. Parece aquella canción que nos anunciaba la anual separación de nuevos amigos una vez finalizadas las vacaciones de verano; pero no, es una realidad. Ha llegado el momento de dar por terminada una legislatura y que cada cual elija quién quiere que sea su alcalde o alcaldesa.

Las opciones están encima de la mesa y, entiendo que a estas alturas de la película, ya cada cual tiene decidido qué va a hacer el domingo. Pero no quiero que pase esta oportunidad para decir bien claro que estoy “jarto”, sí, con “j” de “jarto” de esa superioridad moral con la que determinadas personas y partidos van por la vida.

Muy harto de que algunos se crean superiores a los demás por pensar de una determinada manera o por pertenecer a algún partido político.

Harto de quienes por creerse de esa falsa izquierda son los que piensan y hablan en libertad y con independencia mientras los demás lo hacemos movidos por intereses, frecuentemente espurios.
Harto estoy de quienes se arrogan la transparencia, la información y la verdad y van mintiendo a voz en grito en cosas tan demostrables como sueldos públicos colgados en la web municipal.

Harto estoy de esos que van de “democráticos”, “talentosos” y de poseedores en exclusiva de la verdad y la realidad acusarme de cobrar lo que no cobro sin contar con sus insinuaciones de lo que pueda estar llevándome por detrás.

Por creerte de esa izquierda que cada día está más lejos de la verdadera izquierda no eres mejor, no tienes más libertad ni más poder ni más razón que yo, humilde trabajador.

Y no, no me ha pasado nada concreto. Solo que no quiero que esos me gobiernen. No creo que debamos callar este domingo ante semejantes burladores del sentido común, ante falsos aduladores que a la vuelta de la esquina se comportan de forma contraria.

Este domingo iré a votar, como siempre. Y lo haré pensando en quien va de frente, quien dialoga, quien comparte, quien permite la diferencia, quien no se cree superior ni da lecciones de moralidad ni ética democrática.

Este domingo iré a votar, como siempre. A quién, ya lo saben. Les invito a hacer lo mismo.

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