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Un nuevo Viernes de Dolores

Llegamos al final de la Cuaresma. Tiempo de conversión; tiempo de cambiar aquellas cosas que, sabemos, no deberían ser así de nosotros mismos.

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Llegamos al final de la Cuaresma. Tiempo de conversión; tiempo de cambiar aquellas cosas que, sabemos, no deberían ser así de nosotros mismos. No de cambiar a los demás ni las cosas de los demás. No es momento de cambiar más mundo que el nuestro interior. Dolores, viernes de Dolores que marca el final no de la cuenta atrás para el Domingo de Ramos, sino el final de un tiempo de preparación para la Pascua de Resurrección.
 
La Cuaresma es un plan que Jesús nos propone y como todos sus planes, no dejan de ser invitaciones. En nosotros está aceptar o no esa invitación, esa opción que libremente podemos dejar ir para mejor ocasión o asumir con toda la intensidad que requiere. Incluso podemos aceptarla sin asumir, cogerla con las pinzas de lo meramente estético pero sin entrar en el fondo. Dios propone y cada hombre y mujer dispone.
 
Terminamos 40 días de color morado, de penitencia y reflexión, de Cruz, de arrepentimiento, de dolores, pero nunca de tristeza. Porque sabemos que este camino termina en la mayor fiesta posible, que es la de la Resurrección de Jesucristo.
 
Además de felicitar a las Dolores y Lola, aprovechemos este Viernes de Pasión y la ya inminente Semana Santa para cambiar, para acercarnos un poquito más al estilo de vida de Jesús, ese que tan cercano nos resulta ahora en las palabras y hechos del Papa Francisco.
 
En El Puerto, como en el conjunto de Andalucía, tenemos la gran suerte de vivir la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús a través de una manifestación de Fe única como es la Semana Santa. Nuestra Semana Santa debe ser un medio más en este camino de la Cuaresma. Nuestra Semana Santa es una oportunidad, un instrumento, pero nunca la meta de estos 40 días.
 
Ensayos, besapiés, limpiezas, besamanos, funciones principales, triduos, papeletas de sitio deben ir encaminados a ese objetivo primordial de la Cuaresma de acercarnos un poco más al estilo de vida de Jesús de Nazaret.
De lo contrario, estaremos vaciando de contenido ritos ancestrales, sacramentos inspirados por el Espíritu Santo y estaremos desvirtuando, completamente, el sentido de la Cuaresma y de nuestra propia Fe.
 
Eso no quita que vivamos con toda intensidad la Semana Santa, ni que no la preparemos como se merece. Faltaría más, todo lo contrario. Es una suerte para los andaluces tener un medio tan importante para el encuentro con Jesús y su mensaje como la Semana Santa.

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