Son varios los analistas que en los últimos días han escrito que el “renovado” secretario general de los socialistas, Pedro Sánchez, es ahora más líder que antes. En su anterior mandato, según algunos, transmitía aires de interinidad, mientras que ahora vuelve libre de tutelas y con un margen de maniobra aparentemente más amplio. No obstante en esta nueva normalidad en las filas socialistas, la nueva dirección tendrá que hacer malo el dicho de que segundas partes no son buenas. Su vuelta abre un nuevo horizonte que incluso transmite una sensación de estreno. Habrá que esperar a ver cómo se reflejan en las encuestas todos los acontecimientos internos y externos que están sobre la mesa y los que seguro, vendrán.
No serán pocos los obstáculos que tendrán que superar el secretario general y su ejecutiva tanto dentro como fuera de la organización –ocupar el espacio de la izquierda, la moción de censura de Podemos, Cataluña, etc.- La actitud de los otros dos candidatos, Susana Díaz y Patxi López, y sus seguidores será muy importante en el camino. Sánchez obtuvo un 50 por ciento de apoyos, y si ahora logra sumar, el PSOE saldrá reforzado. Para eso, unos y otros deberán ceder y ser generosos, pero de verdad, no solo en el discurso, en unas listas de delegados y en una foto. Quién sabe si así, incluso el comité federal del 1 de octubre será historia. Y quien sabe si hasta positiva.
Ese es el reto de Pedro, hacer que la crisis vivida meses atrás se convierta ahora en una oportunidad. Eso es lo que esperan muchos progresistas. La pregunta que se hacen muchos ahora es si entre los tres candidatos –juntos o separados- conseguirán unir al PSOE. No hay mucho tiempo para pararse a pensar. Desde fuera Podemos, en su juego habitual, intenta desestabilizar a los socialistas, mientras que temas como el de Cataluña, la corrupción, la lucha contra la violencia de género, la recuperación de los derechos perdidos durante la crisis y un listado de temas esperan una respuesta del principal grupo de la oposición, que tiene por delante hasta que Rajoy apriete el botón de convocar elecciones para recuperar su credibilidad.
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