Hueste

La política “podemizada”

Porque, ¿quién no está en contra de acabar con las puertas giratorias?,

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El presidente de la gestora socialista, Javier Fernández, dijo ayer que el PSOE se ha “podemizado”. Al oír este comentario, me acordé de un famoso trabalenguas que me enseñó mi padre cuando tenía 6 años, que parafraseándolo sería como decir… El PSOE está “podemizado”, ¿quién lo “des-podemizará”? El “des-podemizador” que lo “despodemice”, buen “despodemizador” será. Ahora bien, las preguntas son, ¿quién llevará a cabo esta noble acción? ¿A cambio de qué? ¿Para qué? ¿Cuándo? ¿Todo lo que huele a la nueva política es malo?

Las declaraciones del responsable de la gestora tuvieron eco ayer en las redes sociales, aunque en la línea de siempre con los seguidores y contrarios a la formación morada. Pero lo cierto es que, si analizamos detenidamente, hay algunas cuestiones que muchos identifican con la nueva política que resultan que no se deben solo a ésta, sino sobre todo a la actitud de la vieja política.

Porque, ¿quién no está en contra de acabar con las puertas giratorias?, ¿quién no quiere una limitación de mandatos?, o ¿quién no quiere que las instituciones y los partidos sean más transparentes?, ¿quién no aprueba hoy listas abiertas? Son muchas cosas buenas que la nueva política ha traído, aunque no guste a algunos. De ahí a pensar que el verbo adecuado para ello es “podemizar” es agrandar al adversario, y usar esa palabra podría decirse que también es “podemizar”.

Alguien dijo en la campaña de las elecciones generales, ya no recuerdo si en la primera o la segunda cita, que el PSOE debe ser más el PSOE y no parecerse a nadie, hablar de los problemas de la gente, pero eso no quita que hay que admitir que en algunas cosas hay que cambiar, porque así lo reclama la sociedad y lo impone la nueva normalidad. Solo así lograrán que la ciudadanía se acerque de nuevo a la política.

Claro que, igual es una excusa para preparar el camino, para cambiar de posición con respecto a la investidura de Rajoy como presidente del Gobierno. ¿No sería más elegante y rentable incluso electoralmente, utilizar el tan reclamado voto socialista a favor de la gente que tanto los necesita? Por ejemplo, para dar un giro a las políticas sociales y derogar alguna que otra ley.

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