El jardín de Bomarzo

El último reducto

"La victoria tiene cien padres, la derrota es huérfana". Napoleón.

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Desde el mismo instante en que Susana Díaz subió al atril de Ferraz para dar cuentas de lo por ella jamás esperado puso a Andalucía por delante y elevó el muro, parapetándose tras él. Dijo que aquí sí se valora su política social, se desprende por tanto que en el norte no se la entiende; no nombró a Pedro Sánchez porque le puede y antes muerta que sencilla, ni aguantó un segundo más de lo necesario en la foto final. Cada cual recoge lo que siembra y en política es conveniente tener muchos aliados, cuantos más mejor, y los que no puedan serlo es porque sean rivales o adversarios, no enemigos. No es inteligente hacer tantos enemigos porque un día a todos ellos les une algo y ese algo es acabar contigo, o al menos hacerte la vida insoportable. Susana Díaz retorna a Andalucía y lo hará con el sesenta por ciento de su partido en España en contra, por tanto con la ejecutiva saliente del PSOE en contra, con el PP, el de allí y el de aquí, en contra, con más del treinta por ciento de la militancia en Andalucía, en contra, con un Parlamento andaluz absolutamente hostil y esperándola para recordarla cada quince minutos la cantinela de "a usted no la quieren ni los suyos", con Podemos e IU dirigidos desde Madrid por Pablo Iglesias, también en contra. Y veremos cuánto tarda Ciudadanos en despegarse o en vender muy cara la única posibilidad de apoyo que le queda. Esa y la de aquellos que por una razón, u otras, se mantendrán en la disputa.

Delegados. La presidente convocó en la tarde de este lunes a los ocho secretarios provinciales en Sevilla, un día antes de reunirse la comisión ejecutiva regional y fijar el proceso para la elección de delgados y debates de enmiendas previsto para esta misma semana de cara al congreso federal de mediados de junio. Para solo un mes después, y antes de bajarse del AVE, Díaz ya había decidido adelantar su congreso en la idea de cerrar grietas, de no darle tiempo a sus críticos de organizarse, o al menos darles el menor posible, porque sabe que vienen a por ella. Y lo harán en esas mismas asambleas locales para elegir delegados esta semana donde el sector crítico que antes del domingo era casi vilipendiado, ahora se siente fuerte, con ganas de guerra, de hacerse notar, de tomar el control. Hay que tener en cuenta que la elección de delgados se hace de abajo arriba, mientras que los congresos se celebran al revés; federal, autonómico, provinciales y locales.

No hay que dudar que casi todo lo que se dice ante cámaras son palabras vacías y aunque quede muy estético lo de integración y unidad, se dice con los dedos cruzados tras la espalda -unidad en el pelotón de fusilamiento, en todo caso...-. A Pedro Sánchez le vendrá bien integrar a López y a los suyos, pero todo el mundo entiende que hará todo lo que esté en su mano por liquidar el problema que para él ha sido Susana Díaz desde que accediera a la secretaría general y los que le rodean aseguran, tajantes, que "ni olvida, ni perdona". Ni a otros que durante estos meses se han posicionado públicamente, irónicamente, en su contra.

Díaz lo sabe. De hecho ella hubiera actuado igual si el resultado hubiese sido al revés y es por eso sus prisas por regresar rápido, elevar muros, atrincherarse, adelantar el congreso, poner a todos al tajo, otra vez, para evitar que la desalojen o al menos retrasarlo lo máximo posible. Pero lo que es inevitable es que su liderazgo se tambalea porque ha perdido por mucho cuando lo tenía todo a favor; al partido, a los barones, a los ilustres, a un adversario muy criticado que bajo sus espaldas soportaba los dos peores resultados de la historia del socialismo, con los apoyos de los poderes mediáticos más relevantes del país, y económicos. Con el Ibex 35. El Ibex es el principal índice bursátil de la bolsa formado por 35 empresas de mucha liquidez, entre ellas Acciona, Santander, Bankia, Endesa, Gas Natural, Repsol o Telefónica. E ahí la importancia de que el Ibex 35 preste su apoyo a un candidato, como era el caso. E ahí, cariño, la importancia de que se lo retire. Y es de suponer que viendo como ha perdido por tanto no estén nada contestos buena parte de los que la apoyaron sin fisuras, que ahora se toparán con una realidad muy distinta a la que perseguían.

¿Yo con...?. No pocos han sido los que avalaron la candidatura de Susana Díaz y luego votaron a Pedro Sánchez. Eso se temía; lo de los avales vino a significar el techo de Díaz y el suelo de Sánchez. La cuestión será comprobar ahora cómo crecerá ese 31 por ciento de críticos en Andalucía, que ha plantado cara aún siendo el ejército de la derrota en territorio enemigo y, ahora, viéndose vencedor de la guerra no hará más que sumar desertores. Y los habrá. Entre otras razones porque la tendencia humana es sumarse al poder y porque a día de hoy el PSOE-A se atrinchera en Andalucía con todos enfrente y todos son demasiados, y porque la que se avecina es más la guerra de Susana que la de todo el socialismo andaluz, sobre todo con ese matiz a reto que propone la presidente cara al anunciado e inminente congreso de julio.

No pocos han suspirado y ya están en sus cuitas municipales, preparando con calma esas asambleas locales que se presentan convulsas porque habrá quien tenga que explicar el extraño caso de los avales perdidos camino a la urna y, en todo caso, hartos de tanta bronca orgánica. Uno de los movimientos más reconocidos cuando en política sopla temporal es el de aquellos que dan un paso atrás, se ponen de perfil y esperan a que el tiempo mejore para ver hacia dónde dirigir velamen.
En todo caso, resulta muy molesto el papel que otra vez le corresponde a Andalucía en todo este embrollo. Apenas se habla de esta tierra cuando se debaten o reparten presupuestos y, en cambio, es la gran protagonista a la hora de medir quién la tiene más larga -la vara de mando-. Bochornoso. Andalucía ahora contra el norte, como último reducto, trinchera en Despeñaperros y a lidiar otra batalla estéril y cabe preguntarse cuánta energía pierde determinado poder político en batallas internas y no la gasta en aquello para lo que está.

Bomarzo

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