Baloo es un bobtail, una raza de perro perteneciente a la familia de los perros guarda o pastores, también conocido como antiguo pastor inglés. Es un animal muy sociable, juguetón, estable emocionalmente, y a simple vista, un fiel compañero. Pero es mucho más.
Son precisamente estas características y un adiestramiento específico desde que era un cachorro el motivo de que cada martes tenga marcada en su agenda una cita ineludible en la que, sin saberlo, juega el papel principal: sesiones de terapia con perro en la Asociación de Familiares de personas con Alzheimer y otras Demencias de Huelva y Provincia (AFA).
En su afán por buscar nuevas fórmulas que logren frenar al máximo el avance de una enfermedad tan devastadora como es el Alzheimer, AFA ha incluido este año como novedad la terapia con perro. Las sesiones comenzaron en enero y se desarrollarán durante un año, y aunque aún es pronto para hacer balance, las sensaciones son más que positivas.
Anabel Sánchez es la terapeuta ocupacional que coordina éste y otros talleres en AFA, y según relata a Viva Huelva, prácticamente todos los usuarios de esta asociación, es decir, cerca de 90, pasan por esta terapia que se desarrolla de manera grupal y una hora a la semana. “Estamos muy contentos con esta nueva terapia, están mucho más tranquilos, siguen con la mirada, han mejorado a la hora de interactuar y respetar el turno, e incluso hay usuarios que a la hora de hablar lo hacen sin sentido, y sin embargo con el perro hilan mucho la conversación”, indica.
En definitiva, Sánchez afirma que los enfermos “con el perro cambian”, algo que ya sabía la psicóloga Judit Costa, terapeuta de este taller e impulsora, junto a su marido, de Zoonrisa, un proyecto de terapia asistida con animales.
De hecho, explica que Baloo “es mejor psicólogo que yo, porque él contacta directamente con el usuario; yo tengo que hablar, presentarme, puedo caer mejor o peor, pero Baloo es un perro, no hace juicios de valores, tal como entra, saluda, y el vínculo que crea es instantáneo, mientras que yo me lo tengo que trabajar”.
Las sesiones con Baloo, aunque a simple vista puedan parecer sencillas, buscan la estimulación del usuario. “Lo que hacemos con el perro es realmente lo mismo que en cualquier otro tipo de terapia; perseguimos los mismos objetivos, sólo que aprovechamos que el perro es un motivador central para acudir a la terapia”.
Así, “cuando están en estadio más avanzado, sobre todo lo que se busca es la estimulación, y el perro es un foco de estimulación, es el centro de atención; de hecho, para ellos no es una terapia en sí, sino que lo ven como una hora de juegos”.
Costa también explica que en estas sesiones “trabajamos la estimulación sensorial, la atención, la socialización, y planteamos objetivos específicos según las capacidades que el usuario aún tiene para mantenerlas y trabajar las que se estén perdiendo aprovechando esas que aún se mantienen”.
Nada es lo que parece
En cada sesión, estos usuarios de AFA ojean los juguetes de Baloo, pero también reciben estimulación sensorial;le dan de beber, pero también trabajan la motricidad fina, pues “tienen que sujetar la botella, desenroscar el tapón, inclinar la botella, aguantar el bol...”; lo cepillan, pero a la vez refuerzan la motricidad más gruesa, la coordinación visomotora y la proyección de emociones; y también lo pasean, pero trabajan su equilibrio y su coordinación, ya que antes deben dibujar el recorrido con unos conos, ponerle la correa...
Nada es lo que parece con Baloo, el mejor amigo del hombre y también compañero de terapia de estos usuarios inmersos en una involución pero que cuentan con este perro como el mejor aliado para frenar su avance.
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