Con el silencio de las televisiones nacionales y la autonómica, pues nadie ha dado esta final en directo; con la incomprensión de muchos, el desprecio de tantos que no creen en lo que hacen las mujeres, y una escandalosa falta de apoyos, tanto a nivel privado como institucional, el Fundación Cajasol Sporting se ha traído para Huelva el título nacional de campeonas de la Copa de la Reina. Ahí queda. Casi nada. Lo ha hecho tras superar a tres gallitos de la categoría, tres conjuntos que, a diferencia de ellas, sí cuentan con el respaldo de una marca masculina, como son el Rayo Vallecano, el Atlético de Madrid y el Valencia Féminas. La gran familia sportinguista ha demostrado una capacidad, un tesón, una fe en sí misma, que, por fortuna han tenido el premio que se merecen. Mucho hemos hablado aquí del tesón de la presidenta, Manuela Romero, el compromiso sin fisuras del entrenador, Antonio Toledo, la entrega de unas guerreras que creían en esto desde el primer día, y todo ello se ha plasmado en dos títulos oficiales: la Copa de Andalucía y esta de la Reina. Ahora vendrán muchos que se querrán hacer la foto con ellas, que les darán palmadas en la espalda, que querrán subirse a un carro del que Viva Huelva, con sus tertulias en femenino, lleva mucho tiempo tirando, pero lo que realmente hace falta es algo tan prosaico como más apoyo económico, sin más. Enhorabuena porque son campeonas, dentro y fuera de la cancha.
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