Mi palacio en este antro

Los impulsos colectivos que tanto me conmovieron ahora los veo como piezas para el obsceno tablero del ajedrez donde el rey pone las normas del juego. Pero no me ganarán.

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El ‘y tú más’ es ya tan rancio que mejor mirar de lejos a los que guardan la espada sólo frente del espejo. Me cansé de la palabra que mamarracha la hicieron; del poder de la falacia; del insulto pesetero. Ya se cansó mi mirada de escuchar tanto revuelo con el micrófono puesto en la boca del dinero.  Mi creencia la experiencia fue dejando por los suelos. Y en este triste teatro, con actores que el guión ni tan siquiera lo olieron, me declaro en arrebato pa’ poder seguir creyendo.  Tanto silencio comprado... tantos a los que no oyeron, ni oyen ni nunca oirán... e invisibles los volvieron. Mi protesta es la metáfora del antro que han hecho de esto. Metidos ahí dentro estamos. Encerrados sin remedio por mucho que algunos crean que está llegando el sereno. Este antro no lo abren porque son los carceleros los que le echaron cerrojo y la llave, mar adentro. De vez en cuando se asoman, doblan un poco los hierros, olisquean las sensaciones, van (h)ojeando los medios  y si la luz que nos da impulsa pa’fuera miedo, toca de nuevo soldar. Y si la luz que nos da impulsa pa’fuera retos, nos permiten respirar... que mejor vivos que muertos.
   Los impulsos colectivos que tanto me conmovieron ahora los veo como piezas para el obsceno tablero del ajedrez donde el rey pone las normas del juego. Pero no me ganarán. Porque en el lugar del antro que a mí me toca habitar, rescaté sin gran esfuerzo un trozo de voluntad. Con ella hice mi oasis y de verdad hice amigos que el tiempo me dice ya que de verdad son amigos. En ese lugar del antro que a mí te toca habitar he construido un palacio  que tan sólo es de cristal cuando noto que el que entra no me viene a secuestrar. Un espacio separado que tiene vistas al mar cuando el mar quiero mirarlo. Y vistas a la escombrera si me alejo de mi espacio. Muy a menudo me alejo. Miro, callo, pienso, entiendo... Resignado pongo el freno. Desando. Vuelvo a empezar. Voy a intentarlo de nuevo, que seguro que consigo el no tener que frenar. O frenar porque yo quiero.
   Y en el camino completo de este antro infranqueable, voy descubriendo senderos repletos de gente amable. Pero también agujeros de habitantes deleznables. Hay de todo en este antro porque este antro es todo. Y o se cuida de algún modo que no incluya el ‘y tú más’, tomando el mando el nosotros e ignorando a los que al mar tiran todos nuestros sueños; o habrá que seguir mamando y que se sientan más dueños. El guión me voy sabiendo, lo quiero memorizar... para así poder romperlo al llegar a mi palacio y en suelo firme pisar.  Tengo un palacio en mi antro. El que me toca habitar. Allí hay miedo si yo quiero y el reto es despertar cada mañana contento porque ni lo consiguieron ni jamás lo lograrán. Tengo a salvo lo creado gracias a mi voluntad.

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