Me imagino la frustración y la desgana que debe sentir cualquier profesor veterano que se tiene que enfrentar a un nuevo modelo educativo. La Lomce (Ley Ordenada Menospreciando a los Ciudadanos Españoles) ya tiene el camino libre y se convierte en la séptima reforma de la educación en democracia. Casi no da tiempo para asimilar y aplicar una cuando llega otra, y así sucesivamente. Creo que ya son demasiados los palos al agua que se han dado con la educación de un país que sigue liderando todos los índices de fracaso. Es lo que pasa cuando los políticos, y pasa casi siempre, se creen más sabios que nadie cuando llegan a un cargo de responsabilidad. Y más cuando el político de turno, llámese Wert, tiene ese tufo caciquil y antidemocrático de épocas en las que la letra con sangre entraba. Después de tantas puñaladas a la educación, es el momento de reflexionar sobre la urgencia de tener más en cuenta a los agentes de la enseñanza a la hora de plantear cambios. Momento de que el político decida con argumentos de los que saben, y no guiados por ideologías caducas que acaban imponiendo por más que sus ¿representados? digan que no, que no y que no. Sería lo suyo. Pero, por ahora, estamos condenados a la imposición. Al sí o sí, al porque yo lo digo... A la dictadura camuflada en un país donde sus sabios emigran y sus necios gobiernan. Es lo que tiene cuando mandan maleducados al servicio del paso atrás. Pero bueno, al fin y al cabo, tenemos lo que nos merecemos. Porque una amplia mayoría de los votantes decidieron en las últimas elecciones depositar su confianza en unos señores mentirosos y cínicos, arrogantes y soberbios. Pues ahora, toma. En toda la boca. Toca apechugar con una nueva ley educativa que parece fraguada en los obispados. Toca apechugar con un nuevo disparo en el pecho de un estado laico, pero sólo de boquilla, que vuelve a padecer el lugar prioritario de la religión en las aulas. Toca apechugar con el adoctrinamiento público, con los valores rancios, con la ignorancia tenida en cuenta para la nota media. De todos modos, sirva de consuelo, como a estos, salvo sorpresa, le quedan dos telediarios al mando, llegarán otros que se inventarán otra ley nueva, y seguirán jugando al despiste tratando de dar con la tecla para lograr un sistema educativo consolidado y que deje de hacer el ridículo. Hasta que eso llegue, más de uno y de dos se frotan las manos con la nueva ley, sabiendo que para salir de la crisis (lo dijo la ministra Báñez, y lo que la ministra Báñez dice va a misa) nada mejor que rezarle a la Virgen del Rocío. Y hazlo. Porque cuenta para la nota media.
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