Hablillas

Literatura isleña

Hace un par de semanas el Parque Natural acogió la tercera edición de Islacultura, un encuentro que se consolida y crece.

El título de la hablilla de hoy resulta evocador. Será porque el verano cañaílla comienza con los libros de su feria para luego enlazar con la de la sal y quedarse hasta septiembre, acompañando las noches por las que, hasta hace nada, chispeaban las guirnaldas brillantes de las verbenas de barrio.

Hoy nos concentramos en torno a un programa diverso que nos lleva con paso lento y cadencioso hacia el Castillo de San Romualdo, el patio del Instituto San José, las plazas, la alameda y las calles que se llenan con las voces desgarradoras del flamenco, para disfrutar de una velada en la que el calor se enfría suavizándose. En estas noches de verano también la literatura está presente. 

Hace un par de semanas el Parque Natural acogió la tercera edición de Islacultura, un encuentro que se consolida y crece. Cuatro son las que lleva Versalados, que en el mismo lugar nos reunirá dentro de poco para llenar de lirismo este encuentro nocturnal. Ambos eventos cuentan con integrantes cuyos trabajos se conocen, cuyos nombres se relacionan con el género literario que cultivan y comparten con aquellos otros que con la experiencia que aporta la edad, no dudaron en sugerirles qué debían leer y cómo hacerlo.

Los mayores decidieron reunirse una tarde y formar una tertulia, la primera, cuyo nombre no pudo ser más acertado, Río Arillo. Manuel Pérez-Casáux y Juan Mena se encargaron de ponerla en marcha hace ya veintidós años, recomendando lectura, insistiendo en la práctica de la rima para entender y ser selectivos con la poesía actual, a fin de apreciar y disfrutar de un poema escrito en verso libre y a diferenciarlo de otro renglonero. Es el abono que necesita la mente para saber que cuando cogemos un libro de poesía se nos limpia la mente y acristala el corazón, como escribió Juan Ramón Jiménez.

Leer un poema es sentir cómo la luz juguetea con las hojas de un árbol a esconderlas bajo el haz que atraviesa las ramas, a imaginarlo como una flecha que hiere la mirada, a ver el sol radiante bajo el cielo gris oscuro de una mañana tormentosa. Desde entonces hasta ahora son muchos los nombres que han pasado por Río Arillo, que vieron con claridad su propio rumbo en este arte, a veces indescriptible aunque se alimente de palabras.

Rayuela es la tertulia más joven, donde se trabaja la literatura a partir de la brevedad, del instante que se eterniza en una foto, en un párrafo para crear un trabajo propio, donde toma forma un microrrelato sobre cinco palabras elegidas que cabalgan por él. La juventud lleva a sus integrantes a utilizar las redes sociales como enlace informativo. Ambas tertulias han alimentado y alimentan los sueños de muchos de los nombres que hoy empiezan a sonar, a hacerse un hueco fuera de nuestras lindes.

En ellas siempre se recuerdan, se tienen presentes a los autores que ya no están, a los que aún vivos no pueden acompañarnos por su salud, en suma, a todos aquellos que conforman la memoria y confirman que la literatura isleña existe, que nos elige o la elegimos para ese momento de silencio especial que llenamos de lectura, que se nos vuelve transparente y al mismo tiempo enredadora, pero sobre todo, inspiradoramente humana y sensorial.
Por muchos años.

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