Hablillas

La Feria del Libro

Desde hace pocos años esta feria está ligada a un nombre de mujer, Gema.

De nuevo entre nosotros, con el levante alborotando, zarandeando la carpa. No nos libramos de sus ráfagas cálidas y tras unos días de calma vuelve a la carga para soplar y travesear dejando hojas secas sobre los volúmenes que esperan a ser elegidos. Algunos paseantes, adictos y afectos echan de menos el emplazamiento de la Alameda, sin embargo la feria no desentona frente a la Iglesia Mayor. Las diferentes alturas aunque mínimas, definen los espacios sin llegar a separarlos, dándoles la independencia que necesitan tanto los libreros como los autores que firman.

El programa salió un poco ajustado de tiempo, raspando, arañando el día de la inauguración y un año más comprobamos que en La Isla hay ganas de apostar por la cultura. El flamenco y la literatura se unen en esta ocasión para ilustrar y entretener, además de las habituales presentaciones de libros, revistas y mesas redondas que reúnen al público que se congrega bajo la carpa, que tiene que agregar sillas fuera de ella o estar de pie para disfrutar de las palabras.

Desde hace pocos años esta feria está ligada a un nombre de mujer, Gema. La semana pasada fue Juan González Mesa quien la recordó desde esta misma página y es verdad, como anotó, que la echamos de menos. De alguna manera ella a la cabeza de unos jóvenes que empezaban a publicar, dieron el empujón que necesitó la feria del libro en un momento que andaba algo decaída. Fue casi  milagroso y salió bien porque desde entonces ha ido remontando hasta este año en que el flamenco la toma de la mano para abrochar sus noches con cante y baile. En cualquier caso es justo mencionarla, recordarla como la mujer luchadora incansable que ahora tiene que cuidarse más.

La vida la obliga a parar un poco y nos faltan sus pasos apresurados por la Alameda, verla por la calle Real durante el par de minutos que la separaban de su buhardilla y que recorría varias veces al día, sus ocurrencias, su mente abierta que llenó de ideas. Sus libros dicen mucho de su inquietud pero lo que la define es su corazón, la parte de él que dejó en el en titulado “A mi Pequeña Princesa”, donde colaboraron un buen número de autores amigos y conocidos que atendieron a su llamada, a su convocatoria en Facebook, a su mensaje en cuanto lo recibieron en sus móviles. Autores que no lo dudaron, que le mandaron sus trabajos para una primera vez solidaria y especial, porque lo recaudado sería para el estudio del Síndrome de Rett, una enfermedad rara que afecta principalmente a las niñas.

Se presentó durante la Navidad pasada ante poco público, es cierto, pero arropada hasta el abrigo por quienes no le fallaron a Gema, en un ambiente cariñoso, alegre y fraternal. Ni que decir tiene que la fecha fue más entrañable que nunca porque así es Gema. Su corazón será del mismo tamaño que el de todos los humanos pero su capacidad para ayudar a los demás es inmensa. Sí, la echamos de menos.

Por eso esta hablilla, estos reglones agradecen a Juan González Mesa el toque de atención, porque su gesto rescata aquel soplo juvenil, espontáneo y vivaz que Gema insufló hace unos años a la Feria del libro, mucho antes dado por Francisco García Barroso y por todos aquellos que desde hace casi un siglo y la complicidad de la autoridad competente han conseguido que los primeros días de junio sean mucho más que el preludio del verano. Gracias.

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