Volvo V40 Cross Country, maneras de terrateniente

El V40 se ha vestido de campo, pero no con los atavíos propios de los crossover, sino con un \"ropaje\" de circunstancias que no rompe las esencias de una berlina de diseño muy agraciado.

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  • Volvo V40 Cross Country. -

Volvo, ya en esa hibridación de culturas automovilísticas sueca y china, mantiene su primacía originaria respecto a la primera con la conservación de su gama tradicional y algunos añadidos que resaltan su capacidad tecnológica, el arma con la que conquistó al grupo chino Geely, carente de ésta, pero sobrante de efectivo.
En el primer escalón de la gama, el compacto V40, se han introducido dos líneas, visuales y efectivas, la R Line, de regustos deportivos, y una más contundente, hasta el punto que puede considerarse categoría propia, la Cross Country, herencia de la misma serie en otras berlinas de la marca en segmentos superiores.
El Volvo V40 Cross Country es participativo de casi todos los elementos de las versiones tradicionales, pero ésta, fiel a su denominación, adopta condiciones para circular por el campo y pistas forestales de no excesiva dificultad por la inclusión de la tracción integral (sólo en las motorizaciones gasolina T4 y T5) y una mayor altura del suelo de 40 milímetros.
Una modificación de altura que se ha llevado a efecto no por el camino directo de la sobreelevación de la carrocería, sino por la dotación de suspensiones nuevas, de mayor recorrido, y neumáticos de más diámetro, con el flanco más alto, para evitar las complicaciones en los trayectos irregulares de las pistas forestales.
El V40 se ha vestido de campo, pero no con los atavíos propios de los crossover, sino con un “ropaje” de circunstancias que no rompe las esencias de una berlina de diseño muy agraciado, como se comprobó al primer golpe de vista el día de su presentación.
Volvo hace de estas creaciones automovilísticas de uso campero una muy singular visión a los modos y maneras de un terrateniente.
Por insistir en la cuestión, la cobertura de bajos para prevenir averías por saltos de piedras no es del todo completa, incluso cuenta con piezas de plástico decoradas como metálicas. A favor: un control de descenso en pendientes.
Hay muchos rasgos de personalidad propia en las afueras de este coche, sobre todo en el dibujo del que se ha dotado en su parte trasera, con un portón abombado, una siluetas muy ondulantes en los laterales de la zona debajo de los pilotos. Un alerón en la parte superior del portón le concede ese aire aerodinámico y un tanto futurista e el que se detiene la vista.
El recorrido lateral parte de una línea de cintura muy progresiva en subida de adelante hacia atrás, provocando una ganancia de superficie metálica en detrimento de la acristalada. Las manetas de apertura son ampliamente visibles.
Por delante, se ve un capó fortachón, insinuante de su capacidad para circular por el campo, con el complemento del parabrisas inclinado y muy extendido. La parrilla es la clásica de los modelos de la firma escandinava.
El habitáculo recoge toda la fama acumulada por Volvo en decoraciones interiores,sobre todo, con esa morfología de los asientos, de extraordinaria comodidad por la suave recogida que hace de la zona renal y dorsal de piloto y acompañantes, porque esa virtud es también extensible a la segunda fila de asientos, si bien se echa en falta un poco más de separación con la parte delantera.
Un primer vistazo al entorno puede hacer llegar a la conclusión de un exceso de botonadura y dispositivos, incluso desperdigados, pero en la realidad, con uno o dos detenimientos de la vista, la conclusión inicial se torna a bastante racionalidad y no se tarda en coger el tino a cada uno de los muchos componentes, sobre todo, en materia de confort, que confluyen en el salpicadero y la consola central.
El punto flaco de ese interior está en el maletero, algo escaso, sobre todo para un modelo de coche que se pretende de ocio y viajero; todo lo más un par de maletas y no precisamente de las grandes. No obstante, el abatimiento de los asientos traseros, ya deja un espacio mejor conformado para transportar bultos de más volumen y relacionados con las actividades de tiempo libre.
La variante de gasolina T4 de 2.0 litros, 179 CV con tracción integral permanente a las cuatro ruedas, ha recibido recientemente algunas modificaciones, pero conserva sus credenciales en cilindrada y potencia.
Un buen motor, sin duda, rápido de aceleración, pero algo más indeciso en las recuperaciones, donde los adelantamientos en sexta velocidad, obligan a la reducción para imprimir el régimen de giro suficiente que apresure la maniobra. El rango de revoluciones para asegurarse esa prontitud queda ligeramente por debajo de las 3.000.
El motor se asocia a una caja automática Geartronic de seis velocidades, de suaves transiciones, tanto en su modo automático como manual, modo, donde, por ende, deja mucha discrecionalidad al estilo del conductor.
Coche pesado, y éste lo es, aunque el fabricante no lo documente, es sinónimo de gasto en carburante. Cumple a rajatabla lo esperado. Mediante la observación del ordenador se hace difícil reducir registros de diez litros, aún con contención en las pisadas del acelerador. El resultado final de la prueba deja pocas dudas: 11,8 litros a los cien kilómetros. Está claro que no merece una alta nota
Volvo tendrá que trabajar con ahínco en un campo fundamental para poner en precio el coche con lo que se viene encima en materia de fiscalidad. Unas emisiones de CO2 de 187 g/km para un compacto, por mucho que se disfrace de campo, deja a la marca sueca en el vagón de cola de lo avanzado por otras marcas con modelos del mismo segmento.

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