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El Plan de los siete tiempos

El primer escrutador bíblico que dijo que los siete tiempos del profeta Daniel duraban del 606 a.C. hasta 1914 fue Edward Bishop Elliot

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En el libro ‘Cristóbal Colón, la historia nunca contada’, del profesor portugués Manuel Rosa, aparece un grabado que el autor de esa obra titula ‘plan templario de los tiempos’. No explica el autor de dónde ha sacado el grabado en cuestión. Parece insinuar que es del ‘Libro de las profecías’, que comenzó a escribir Cristóbal Colón en 1501, pero que lo terminó años después fray Gaspar Gorricio.


Una cosa es segura: que a pesar de ser denominado ‘plan templario de los tiempos’, el grabado al que se alude no puede ser de los templarios ni aparece en el Libro de las profecías de Colón. Cierto que al manuscrito de Colón y Gorricio le faltan catorce páginas que ordenó arrancar el rey de Portugal, no se sabe por qué. Si a este manuscrito le faltan catorce páginas desde hace siglos, está claro que el profesor Rosa no pudo haber copiado de esas páginas el grabado que nos ocupa.


El grabado que el profesor Rosa presenta en su libro es en realidad obra del escrutador bíblico Edward Bishop Elliot. Este grabado se encuentra en el libro ‘Horas con el Apocalipsis’, publicado en el año 1844. Fue copiado posteriormente por otros autores que buscaban en la Biblia cuándo sería el fin de los tiempos, en que, según las interpretaciones neotestamentarias de no pocos escrutadores, Jesucristo aparecería de nuevo en tal o cual fecha. El grabado y su explicación sirvieron para crear nuevas doctrinas por parte de diversos grupos religiosos de la segunda mitad del siglo XIX, entre los que destaca el adventista Nelson Horatio Barbour, que legó sus creencias a los Estudiantes Internacionales de la Biblia.


El dibujo que aparece en el libro del profesor Rosa es, pues, el mismo que en 1844 dio a conocer Elliot en su obra ‘Horas con el Apocalipsis’. Incorrectamente se le llama ‘plan templario de los tiempos’, cuando en realidad se trata del ‘plan de los siete tiempos del profeta Daniel’ y fue adoptado por los grupos religiosos apocalípticos del siglo XIX, grupos que continuaban activos en el siglo XX, si bien los adventistas terminaron por desechar el plan, ya que se trataba de elucubración mental humana y no se basaba en la Biblia.


En el grabado se refleja la teoría de que entre el año 4004 a.C. y el 2996 correrían 7.000 años o el día de descanso del Creador. La fecha del 4004 a.C. se basa en la errada cavilación del arzobispo James Ussher, que afirmó e impuso doctrinalmente que la creación del mundo aconteció el 26 de Octubre del 4004 a.C., algo que fue creído a pies juntillas durante siglos. Los escrutadores bíblicos del siglo XIX tomaron el 4004 a.C. como el año de la creación del hombre.


En el grabado se expone gráficamente que los tiempos de los patriarcas duraron 2.138 años y los de Israel 1.260 años, dando lugar a continuación el inicio del año 606 a.C. Entre el 606 a.C. y 1914 señala el grabado que pasarían 2.520 años, aunque en realidad se trata de un error de un año menos, ya que no existió año cero entre las eras anterior y posterior al nacimiento de Cristo. El año de este nacimiento fue calculado en el siglo VI por el monje Dionisio el Exiguo, que se equivocó varios años en el cómputo.
Hoy se sabe con seguridad que Herodes murió el año 4 a.C., por lo que Jesucristo tendría que haber nacido al menos dos años antes, dado que Herodes, según el evangelio, ordenó matar a todos los niños de la región de dos años para abajo. La atribución del evangelio de Lucas de que Jesús ‘era como de treinta años’ significa exactamente que ‘estaba en los treinta’, que podían ser treinta y cuatro o treinta y cinco años. Es patente que el escritor del evangelio, que no se sabe quién fue y la tradición de la Iglesia lo atribuye a Lucas, no conocía la edad exacta.   


El grabado del plan de los siete tiempos señala a 82 años después de 1914, que los escrutadores bíblicos suponían que era el tiempo del fin. Ello implicaba que en 1996 regresaría Jesucristo a la Tierra en la batalla de Armagedón, por la que los gobiernos humanos serían destruídos y se implantaría el que en el libro del Apocalipsis se toma como ‘el milenio’. De ahí que el grabado señale a 2996 como último año de ese milenio.  


Del libro ‘Horas con el Apocalipsis’ tomó el adventista Barbour los detalles del llamado ‘Plan de los siete tiempos’, por lo que predicó a diestro y siniestro que Jesucristo vendría físicamente en 1914, pero que en 1874 había tomado ya su poder real en el cielo y esperaría 40 años, hasta 1914, para suprimir los reinos humanos. El tema de las fechas que Barbour predicaba le interesó vivamente a Charles Taze Russell, que aceptó sin reservas tales fechas y fundó el grupo de los Estudiantes Internacionales de la Biblia, quienes difundieron fechas y doctrinas sin haber sopesado la realidad de las mismas.    


El año de inicio de los 2.520 años que habrían de transcurrir hasta 1914 fue el 606 a.C. Elliot tomó ese año del libro ‘Primer elemento de la sagrada profecía’, que había publicado en 1843 el teólogo inglés Thomas Rawson Birks. En su tiempo los historiadores daban el año 605 a.C. como el del inicio del reinado de Nabucodonosor y, como en el año 18 éste destruyó Jerusalén, tal acontecimiento se fijaba en el 587 a.C. Escrutadores bíblicos del tiempo de Birks habían leído en Jeremías 52:12 que Nabucodonosor destruyó Jerusalén en el año 19 de su reinado. Y lo que hicieron fue sumar 19 años al 587, con lo que llegaron a la fecha del 606 a.C. como año de subida de Nabucodonosor. Naturalmente, se equivocaron en el cómputo, ya que no es lo mismo el año 19 que 19 años. Los escrutadores debieron haber sumado 18 años al 587 y así hubieran llegado a la fecha que daban los historiadores para la subida de Nabucodonosor: el 605 a.C.


Con Birks, y posteriormente con Elliot, quedó fijada la fecha del 606 a.C. como año de subida al trono de Nabucodonosor. Barbour confundió los siete tiempos de Daniel con los tiempos de los gentiles y confundió además el año 606 a.C. con el de la destrucción de Jerusalén. A Russell le transmitió que Jerusalén cayó en el 606 a.C. y éste no investigó el asunto. Posteriormente, debido a que entre el 606 a.C. y 1914 mediaban 2.519 años y no 2.520, en 1943 los sucesores de los Estudiantes Internacionales de la Biblia elevaron el año 606 al 607 a.C.    


El que el profesor Rosa llama ‘plan templario de los tiempos’ no puede ser de los templarios porque en su tiempo no se sabía ni cuándo subió Nabucodonosor al trono y cuándo fue destruída Jerusalén. Hasta principios del siglo XIX no se estableció que Nabucodonosor había ascendido al trono en el 605 a.C. y que por tanto la destrucción de la capital judaica tuvo lugar en el 587 a.C. De añadir erradamente 19 años al 587 a.C. surgió el 606 a.C. como año de ascenso de Nabucodonosor. Y ese año 606 a.C. lo tomó erradamente Barbour como el de la destrucción de Jerusalén.

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