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La sangre, ese tejido líquido

La división común que aún continúa haciéndose de la sangre obedece particularmente a los antiguos manuales de emergencias sanitarias

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Aunque algunos consideran la sangre como un ‘órgano líquido’, expresión que hemos visto inserta en alguna publicación, lo cierto es que tal calificación no se evidencia en los manuales de Medicina que, al igual que los doctores, catalogan más a la sangre como un ‘tejido líquido’ que como un órgano propiamente dicho. Su color rojo se debe a la hemoglobina de los eritrocitos o hematíes, popularmente denominados ‘glóbulos rojos’. Se calcula que la hemoglobina constituye el 97% de los glóbulos rojos. Su función principal en el organismo es la de transportar oxígeno a los órganos y tejidos del cuerpo. En ciertos ambientes la hemoglobina se tiene por una ‘fracción sanguínea’, cuando realmente no lo es, ya que supone la mayor parte de los glóbulos rojos. En las hemorragias el cuerpo aumenta hasta siete veces la producción de glóbulos rojos.
La sangre se origina y renueva permanentemente en la médula ósea, la cual se halla en el tejido esponjoso de los huesos planos, como las vértebras y el esternón, además de en los conductos medulares de los huesos largos, como el fémur y el húmero. Por los vasos sanguíneos (arterias y venas) de un adulto circulan entre 4,5 y 6 litros de sangre que bombea el corazón. La sangre transporta oxígeno y nutrientes a las células del cuerpo y retira de ellas los deshechos, en tanto que los riñones filtran y purifican la sangre, eliminando lo no deseable por la orina. También por el sudor se eliminan toxinas.
La división común que aún continúa haciéndose de la sangre obedece particularmente a los antiguos manuales de emergencias sanitarias, como el ‘Emergency Care’. Este libro clasifica la sangre en cuatro componentes primarios, a saber: plasma, glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas. El prestigioso neurólogo Dr. Osamu Muramoto, miembro del Regional Ethics Council de Portland, Oregon, señala que el citado libro no es un texto de autoridad médica, sino que se trata de un volumen que utilizan los estudiantes de los cursos de emergencias médicas, un manual generalizado, que no especializado, de primeros auxilios. Según el Dr. Muramoto, al igual que otros colegas suyos por todo el mundo, entienden que tal clasificación no es científica, sino tradicional para ser entendida a grandes rasgos y sin entrar en profundidades.
De cada uno de los que los manuales elementales de emergencias sanitarias consideran elementos principales de la sangre se obtienen subelementos dados en llamar ‘fracciones’ y que son de vital aplicación en las personas que los tienen en minúsculas proporciones en el torrente sanguíneo. Así, del plasma se obtienen albúminas y globulinas de diversos tipos, que se aplican al paciente mediante transfusión de los mismos por vía intravenosa. De los hematíes o glóbulos rojos se obtiene la sustancial hemoglobina, que también se transfunde. Otros elementos importantes se extraen de las plaquetas y los glóbulos blancos. Esta clasificación elemental aún impera en los bancos de sangre, únicamente a efectos de separar los preciados elementos que aportan.
Los glóbulos blancos o leucocitos, de los que existen diversos tipos, no son realmente parte intrínseca de la sangre, sino que están de paso en el fluido circulatorio, camino a los órganos que los precisan. Por lo general cualquier órgano del cuerpo contiene más leucocitos que la propia sangre. Por esa razón cuando se trasplanta un órgano, un riñón por ejemplo, el paciente recibe gran cantidad de glóbulos blancos. La leche materna es el producto natural que más glóbulos blancos contiene.
Los recién nacidos reciben abundancia de estos glóbulos, como también los reciben durante los nueve meses que pasan en el vientre materno. Las últimas investigaciones médicas apuntan a que también al bebé se le transfunden en las primeras etapas glóbulos rojos de la madre.
Entre otras funciones, los glóbulos rojos o eritrocitos llevan oxígeno a los tejidos. Los glóbulos blancos o leucocitos son imprescindibles en las infecciones. Las plaquetas o trombocitos son sustanciales en las hemorragias. Y el plasma, sustancia amarillenta, es vital por su aporte de factores de coagulación, así como de esenciales proteínas y globulinas. Digno es de observar que el plasma es agua en casi el 92% de su composición, constituyendo el restante 8% las albúminas, globulinas y otros factores. 
En los libros de anatomía y fisiología de las universidades de Medicina se estudian clasificaciones de la sangre más acordes con la realidad. Así, por ejemplo, se dan dos tipos de clasificación de los principales componentes sanguíneos mediante los cuales algunos de los elementos primarios se consideran como fracciones. La clasificación más extendida es la que divide la sangre en: plasma (55% de la sangre) y eritrocitos o glóbulos rojos (45%). El resto de los componentes (los glóbulos blancos, las plaquetas y otros elementos) se encuentran suspendidos en el plasma, al igual que los glóbulos rojos. Según esta clasificación más profesional, solamente el plasma y los glóbulos rojos son componentes primarios de la sangre, siendo las plaquetas y los glóbulos blancos simples aunque importantes fracciones o elementos del fluido arterial.
Otra importante clasificación que muestran los manuales universitarios de Medicina es la que separa la sangre en sus componentes bioquímicos. Según esto, la sangre se divide en: agua (80%), hemoglobina (15%), albúminas (3%) y globulinas (2%). Esta división incluye a las plaquetas como albúminas y no tiene en cuenta los glóbulos blancos por no constituir parte característica de la sangre, sino de los órganos y la leche materna, y hallarse en la sangre una cantidad mínima de ellos que circulan por el torrente sanguíneo en dirección a los tejidos. Su obtención puede realizarse de los propios órganos, más que de la sangre. El Dr. Muramoto especifica que ‘esta clasificación (bioquímica) es más consistente con la actual tecnología bioquímica para elaborar productos farmacéuticos basados en sangre’.
En resumen, no existe una clasificación estándar de los componentes principales de la sangre. La popular de plasma, glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas se basa en manuales de emergencias sanitarias y no constituyen autoridad médica. Otras clasificaciones más acordes con la Medicina son las que dividen la sangre en los componentes primarios de plasma y glóbulos rojos, incluyéndose los demás elementos como suspendidos en el plasma. Y aún otra clasificación atiende a la composición bioquímica de la sangre, siendo la hemoglobina, las albúminas y las globulinas los componentes principales. 

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