Gente, lugares y tradiciones

Antiguas señales en el cielo

Las señales de los cielos nocturnos contribuyeron a sentar las bases de todas las religiones

Publicidad Ai Publicidad AiPublicidad Ai

El Zodiaco, del griego ‘zoodiakos’, que literalmente significa ‘rueda de los animales’, es una imaginaria franja celeste en la que, en 12 porciones de 30 grados de la eclíptica por la que aparentemente pasa el Sol a lo largo del año, se engloban las doce constelaciones más populares del escenario astronómico. No hemos de confundir las constelaciones del Zodiaco con los ‘signos del Zodiaco’; estos últimos se refieren a la Astrología, mientras que las constelaciones del Zodiaco son agrupaciones de miles de millones de estrellas a las que visualmente se atribuyen formas caprichosas, generalmente animalescas.
Las doce constelaciones del Zodiaco se denominan: Aries, Tauro, Géminis, Cáncer, Leo, Virgo, Libra, Escorpio, Sagitario, Capricornio, Acuario y Piscis. Isaac Newton teorizaba que estas doce constelaciones homenajeaban a Jasón y los Argonautas en sus viajes en busca del Vellocino de Oro. En la remota antigüedad solamente se le atribuyeron once constelaciones a la rueda astronómica del Zodiaco, en tanto que el conjunto de estrellas del cielo se conocía como ‘las doce estrellas’.
En el siglo VII antes de nuestra era los babilonios añadieron a la rueda zodiacal la constelación de Libra, situada entre la constelación de Virgo y la de Escorpión. Esta duodécima constelación del Zodíaco no era conocida fuera de Babilonia. Por ejemplo, en las tierras de Palestina, Judea, Galilea y Samaria o Israel, por citar de entre las más cercanas a Babilonia, aún se contaba con once constelaciones en el Zodiaco, y eso en pleno siglo I de la era actual y aún en los tres siguientes. No se sabe cuándo exactamente el resto del mundo aceptó que el Zodiaco tenía doce constelaciones y no once.
Cuando aún no se había añadido la constelación de Libra al Zodiaco, a la constelación del Escorpión se la veía como un dragón cuyo grupo de siete cabezas formaba la cola. A Escorpión se le representaba con las pinzas abiertas y en plan devorador bajo la constelación de Virgo, como en situación de esperar a que Virgo diera a luz para así engullir a la criatura que naciera. Los babilonios llamaban ‘cuernos’ tanto a las pinzas del escorpión como a sus patas, en tanto que denominaban ‘cabezas’ a las siete porciones que constituían su cola y que se suponía que estaban dotadas de gran poder. La estrella más brillante de la constelación del Escorpión es Antares, de color rojo fuego.
Bajo la cola de la constelación del Escorpión no se divisan estrellas debido a un oscurecimiento por nubes cósmicas y en ese espacio da la sensación de que el escorpión representado por la constelación las ha hecho desaparecer con su cola, como si las hubiese arrastrado hacia abajo. Muy por encima de la constelación del Escorpión está la del Águila, que no pertenece a la elíptica del Zodiaco y cuya estrella más brillante es Altair. En el grabado en madera que Alberto Durero realizó en 1510, la figura de la constelación de Virgo parece mirar a la figura del Águila en la lejanía. Por encima de la constelación de Escorpión está la Vía Láctea, que en la antigüedad se concebía como un ‘río’ que la tierra tragaba. La constelación de Virgo está aparentemente envuelta en el Sol entre Agosto y Septiembre, y la Luna, en cualquiera de sus fases, aparece bajo ella en determinados días de ese periodo. Durante las horas o tiempos del día no se ven las constelaciones a simple vista. Tampoco la constelación de Virgo, por supuesto. En cuanto a los tiempos, se contaban tres tiempos y medio para el día y otros tantos para la noche.   
Los antiguos, al observar la bóveda celeste nocturna, siempre veían señales o símbolos en la misma y plasmaron sus leyendas en la literatura, particularmente en la literatura religiosa. Las constelaciones eran tomadas como dioses. Las matronas y vírgenes del antiguo Egipto se basaron precisamente en la constelación de Virgo, en tanto que figuras como Hermes, Mercurio, Mitra y San Miguel, que se pasaban los atributos unos a otros a medida que se creaban nuevas religiones, se basaron originalmente en la constelación de Orión, que se representaba con aspecto humano.    
A San Miguel le presenta la iconografía luchando espada en mano contra un dragón. Esta lucha emula a las que en las religiones antiguas protagonizaron diferentes personajes deificados. En origen, la aparente lucha se representaba entre las constelaciones de Orión y la de Escorpión, de las que ninguna de las dos aparece simultáneamente en el horizonte. Cuando está presente la primera, la segunda desaparece de la vista del observador. Y viceversa. Es como si estuvieran luchando entre sí y unas veces venciera Orión y otras Escorpión, que los antiguos tomaban como un dragón. La mitología griega dice que Orión muere por la picadura de un escorpión. La mitología china compara a Orión con un tigre, pero también señala que el tigre murió por la picadura de un escorpión.
La hipotética lucha de Orión contra Escorpión también se representa como la eterna batalla de Orión contra un toro, simbolizado por la constelación de Tauro. Esto tiene su origen en el hecho de que las pinzas y patas del escorpión se tomaban como cuernos en la antigüedad, por lo que se patentiza que la constelación de Escorpión también puede representar la figura de un toro. La lucha de Orión contra el toro se convirtió con el tiempo en la popular figura del torero capeando y matando al toro. Otras teorías dicen que el toro representaba el tiempo de la constelación de Taurus, la cual dio paso a la de Aries, siendo en este caso Aries la figura del torero. Sin embargo es más que probable que la primera tesis, la de la constelación de Orión contra la de Escorpión, tenga más consistencia en este aspecto.  
Orión no solamente estaría desafiando a la constelación de Escorpión, sino al mismo tiempo a otras de la esfera celeste. Por eso Orión siempre aparece en actitud guerrera. En cuanto a la lucha de Orión contra Escorpión, en la simbología católica quedó relegada a la lucha de San Miguel contra el dragón, animal ahora convertido en el propio Diablo. En la vieja religión mitraica, Orión está representado por el dios mediador Mitra, que mata al toro. Este hecho pudiera ser el que definitivamente encarnó el toreo, por lo que el arte de la tauromaquia sería de origen claramente religioso, pero que en último extremo tiene como base la interpretación de las señales que los antiguos leían en el cielo nocturno, esta vez en la lucha de Orión contra Escorpión. 
Las señales de los cielos nocturnos, según han sido interpretadas simbólicamente por las diferentes culturas que se sucedieron en el tiempo, contribuyeron a sentar las bases de todas las religiones, al creer los antiguos que las estrellas, incluido el Sol, eran dioses.

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN