Si bien la Hermandad Nuestra Señora del Rocío de Torremolinos tomó forma como Agrupación Parroquial el 19 de Marzo de 2010 -aprobada por la Pontificia, Real e Ilustre Hermandad Matriz de Almonte-, los inicios en la fe se remontan a los años setenta, cuando un nutrido grupo de amigos rocieros de la localidad se organizaban para acudir a la aldea del Rocío en romería o peregrinación.
En principio la Hermandad se afincó en la Parroquia de San Miguel. Posteriormente se trasladó a la Parroquia Nuestra Señora del Carmen, donde tiene su sede. El 15 de Diciembre de 2015 el señor Obispo de la Diócesis, monseñor Jesús Catalán, firmó el Decreto de Erección Canónica de la Hermandad de Nuestra Señora del Rocío de Torremolinos, al considerar que las razones expuestas estaban acordes con los criterios diocesanos. La Hermandad cuenta también con la bendición del Papa Francisco.
El Simpecado de la Hermandad está diseñado por Fernando Prini, cuyo bordado sobre tisú de plata se realiza en los talleres de Joaquín Salcedo. Tiene asimismo una Salve propia, compuesta musicalmente por Luis Gómez Barragán sobre texto del reverendo José María González Quevedo. La Medalla de la Hermandad ha sido diseñada por Cristina González Casares.
Entre los actos más importantes de la pía Agrupación figuran, por citar algunos: la Peregrinación anual al Rocío, el Triduo y el Pregón de Pentecostés (con su correspondiente cartel artístico), las sabatinas, las cruces de Mayo, las actividades caritativas, el rastrillo benéfico, la recogida de alimentos, la feria de día en la Plaza San Miguel y la feria de noche en la caseta de la Hermandad, con las actuaciones de un gran elenco de artistas locales, además de la participación del Coro de la Hermandad.
Como colofón insertamos en rigurosa exclusiva el soneto escrito para la Hermandad por el poeta y músico J. A. San Martín, autor de varios libros: ‘Hermandad de la Virgen del Rocío / que el pueblo ensalza de Torremolinos, / eres tea que alumbra los caminos / en un mundo decrépito y sombrío. / Estrella matutina, flor de estío, / amparo y guía de los peregrinos, / señalas sacros y áureos destinos / a las almas que sienten gran vacío. / Eres árbol fructífero y frondoso / y a tu sombra se acogen los romeros / con clamor espontáneo y gozoso: / De tus frutos se sacian placenteros / y caminan con ímpetu glorioso / por tus nobles y místicos senderos’.
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