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El avión que inventó Gusmao en 1709

En Octubre de 1709 el inventor jesuita Gusmao hizo despegar con éxito su aeronave Passarola ante el rey Juan V de Portugal; pero la Inquisición tomó aquello com

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E l jesuita portugués Bartolomé Lorenzo de Gusmao había inventado un aparato volador en 1709. En abril de ese mismo año el rey Juan V le concedió una pensión de seis mil reis para que el proyecto siguiera adelante. El ingenio volador de Gusmao ha sido calificado de globo por los historiadores. Sin embargo, no se trataba de un globo, sino realmente de un avión, probablemente el primero en ser construido dos siglos antes de la invención de la moderna aeronáutica.


El avión de Gusmao, bautizado por él mismo como ‘Passarola’ o Góndola volante, consistía en un artefacto con aspecto de ave. Tenía cabeza, alas abatibles y cola de dirección. Disponía de toberas y velas impulsoras al estilo de los navíos marinos. La primera prueba de vuelo fue realizada ante el rey de Portugal en agosto de 1709. Desafortunadamente se declaró un incendio a bordo cuando el aparato alcanzó los veinte palmos del suelo. No obstante, a finales de octubre el vuelo de prueba del Passarola obtuvo un resonante éxito, tras alcanzar una altura considerable y aterrizar sin contratiempo. Por ello Gusmao recibió el título de académico y limosnero real, mientras la gente comenzó a conocerle como ‘el volador’.


Gusmao definía su aparato volador como invento práctico para surcar los aires y franquear los mares y las altas montañas. Las principales utilidades del invento eran las de transportar viajeros y mercancías, la de enviar socorros a las plazas sitiadas por los enemigos y la de dirigir los ejércitos desde el aire.


Poco tiempo después de la presentación del ingenio, la Inquisición consideró diabólico el invento de Gusmao y le obligó a destruir los planos y aún el propio aparato volante. Una copia de los planos se conserva en El Vaticano. El Papa Inocencio III, que había sido el cardenal de Lisboa, se ensañó personalmente con el jesuita inventor, declarándole socio del diablo y ordenando que fuera apresado y ejecutado. La Inquisición le persiguió, pero Gusmao consiguió huir de Portugal y refugiarse en España, donde fue protegido y ocultado por los propios jesuitas.


La cancelación por parte de las autoridades eclesiásticas de tan útil mecanismo volante, como de tantos otros artilugios de todo tipo que en tiempos pasados hubieran traído prosperidad a las naciones, demuestra el aborrecimiento desmedido que la Iglesia le tenía al progreso y a la culturización popular, debido al temor de perder masas de feligreses que pudieran abrir y ampliar sus capacidades mentales con el estudio y la investigación, lo que pudiera traducirse en una drástica falta de sometimiento a la autoridad de los poderes religiosos que controlaban a los propios reyes y gobernantes.Bartolomé Lorenzo Gusmao está considerado como el pionero de la aviación, a pesar de haberse adelantado a su tiempo. Nacido en 1685 en la villa brasileña de Santos, falleció en 1724, debido a unas fiebres, en el hospital de la Misericordia de la imperial Toledo, donde había sido cobijado en secreto a causa de la Inquisición. Con tan solo 15 años de edad se mudó de Brasil a Portugal e inició sus estudios en la universidad de Coimbra, destacándose en las asignaturas de Física y Matemáticas. Su vocación religiosa hizo que ingresara en la Compañía de Jesús, siendo ordenado sacerdote.


Para el diseño de su aeronave, Gusmao se valió de la información científica que en Bolivia le fue facilitada, proveniente de un antiguo pueblo americano. También le fueron revelados diversos arcaicos secretos o viejas técnicas para levantar piedras pesadas, destruir ciudades y desplazarse por el aire. Aparte de su famosa aeronave, Gusmao gestó otros inventos, como ‘un sistema de lentes para asar carne al sol’, que registró en Holanda durante uno de sus viajes y que también fue declarado diabólico por parte de la Inquisición, formada en su plana mayor por frailes dominicos que apenas sabían leer y escribir.   


El escritor José Saramago inmortalizó a Gusmao en su libro ‘Memorial del Convento’, en el que describe en plan novelado, además de la historia del inventor, cómo la voladora nave Passarola se elevaba majestuosa y se desplazaba por los aires.    


Aunque el invento volador de Gusmao está catalogado por muchos como un simple globo aerostático de caprichosa forma, la realidad es que, según el boceto existente del mismo y su descripción en El Vaticano, el artefacto se asemeja más a una genuina aeronave de tipo abierto que a un globo. Por eso cada vez más entusiastas de la aviación declaran a Gusmao como perfecto pionero.    


Probablemente su Passarola estuviera inspirada -no se afirma que copiada- en los relatos que escuchó en Bolivia sobre antiguas naves voladoras que iban de un lugar a otro en tiempo récord. Al efecto se dice que los incas y otros pueblos pudieran haber tenido como secreto sagrado un tipo de aeronave mediante la cual observaban el terreno desde las alturas. Eso explicaría en parte los cientos de titánicas figuras de animales trazadas en la planicie del desierto Nazca, en las Pampas de Jumana (Perú). Si bien es cierto que pueden ser vistas desde las colinas cercanas, tales figuras animalescas se observan mejor desde el aire. Fueron descubiertas en 1927 por el arqueólogo peruano Toribio Mejía Xesppe, que realizaba senderismo por la zona.


A pesar de lo atrevido de la hipótesis, no se descarta que la realeza de la antigua Nazca contemplara desde las aéreas alturas, tal vez por motivos religiosos en ciertas fechas, aquel auténtico museo zoológico. Si Gusmao pudo construir su aún rústica Passarola partiendo de las explicaciones que recogió de los autóctonos bolivianos, y tuvo cierto éxito con ella -a pesar de la prohibición inquisitorial-, no es difícil imaginarse lo que habrían sido capaces de construir y experimentar los antepasados de quienes transmitieron la historia de antiguos ingenios voladores.   


En 1290 el científico Roger Bacon dio a conocer las técnicas de vuelo mediante su ‘ornitóptero’, que Da Vinci recogería a finales del siglo XV para sus diseños. Ya en la antigüedad se intentó volar en diversos artefactos mediante los que sus inventores se lanzaban desde montes y torres. Sin embargo, fue Gusmao el primero que en 1709 hizo despegar una aeronave desde el suelo. Pero en su tiempo, al igual que en tiempos anteriores, las demostraciones científicas iban contra las pretensiones de la Iglesia, que durante siglos dominó a los propios reyes de las naciones. Cuando la ciencia subió al estrado, tuvo que bajar de él la Iglesia. Y Gusmao sube merecidamente a la palestra como el precursor de la aviación, una aviación que hoy seguiría siendo  diabólica para la vieja curia eclesiástica.

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