Gente, lugares y tradiciones

Desconocido molino del siglo XIX

Probablemente se trate del Molino del Caracol, que junto con otros funcionaba en la Cuesta del Tajo de Torremolinos

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D urante los trabajos de limpieza de matorrales y desbroce efectuados en la parcela donde se encuentra el edificio del antiguo Molino de la Bóveda, en la Cuesta del Tajo, en Torremolinos, ha sido descubierta una edificación que a todas luces constituía un molino, entre otras particularidades porque conserva una parte del viejo cauce que en su tiempo transportaba el agua desde los manantiales hasta los molinos.


No se sabe exactamente de qué concreto molino puede tratarse. Se opina que los restos descubiertos podrían corresponder al Molino del Caracol. El descubrimiento ha constituido una sorpresa mayúscula, pues se suponía que en la zona habían desaparecido todas las estructuras de los antiguos molinos, excepto la del Molino de la Bóveda, destinado en su tiempo a restaurante, y la del Nuevo, que en su día albergó la Casa de Suecia en Málaga, regida por el señor Thoren.
Aparte de las edificaciones de los molinos de Inca y Batán, en la zona del nacimiento de los manantiales, se conserva aún en el centro de la población el edificio que fuera Molino de Manoja, el último en cerrar a finales de los años veinte del pasado siglo. Poco antes de su cierre trituraba lentejas para la fábrica del Ceregumil. Actualmente lo ocupan varios negocios y oficinas.


El Molino de Inca, que debe su nombre a su constructor y propietario, don Joseph de Inca Sotomayor, quien lo erigió hacia el año 1700, detenta en la actualidad el museo del molino, visitado por miles de personas durante su gira al Jardín Botánico de los Manantiales, donde se halla el inmueble en cuestión.


Los molinos de Torremolinos, que junto con la Torre de los pimenteles originó el compuesto nombre de la hoy universal población costasoleña, proporcionaban en la Edad Media grandes beneficios al rey de Granada, según escribe el historiador Seco de Lucena.


Así, fueron numerosos los molinos que Torremolinos tuvo a lo largo de las edades, todos ellos alineados a lo largo del cauce -familiarmente conocido como el Cau- que, procedente de los manantiales, distribuía el agua que proporcionaba la fuerza motriz a los caseríos habilitados como ingenios molenderos. El Cau discurría, entre otros lugares, por la calle Cauce, que debe precisamente su nombre a dicha corriente acuática. Cuando los molinos dejaron de funcionar definitivamente, el cauce fue soterrado.


El descubrimiento hoy de los restos del viejo molino del siglo XIX, probablemente el Molino del Caracol, no cabe duda de que acrecentará el prestigio de las desaparecidas industrias molineras que contribuyeron a formar el nombre de Torremolinos.      

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