La Carihuela es la sartén mundial del “pescaíto”. Como bien lo expresa nuestro Manolo Jota, “La Carihuela es la mayor y mejor concentración gastronómica para comer pescado dentro y fuera de España”. El solo nombre de La Carihuela suena, huele y sabe a “pescaíto”. Para el malagueño, La Carihuela es sinónimo de “pescaíto”. También lo es para el foráneo que ha tenido el privilegio de disfrutar de inolvidables días de asueto en Torremolinos. Muchos ciudadanos de la cercana Granada tienen ya por sana costumbre acercarse a Torremolinos algún fin de semana que otro para degustar, en la compañía familiar o de amistades, el suculento “pescaíto” de La Carihuela. No sabe igual el pescado en el mejor restaurante de un lugar de interior que a la orilla del mar carihueleño. La Carihuela es otro mundo, es el mundo que sueñan nuestros congéneres de tierra adentro, que anhelan el sol, el mar, la playa, el puro aire marinero, las delicias de los frutos marinos, la luna romántica sobre el espejo nocturno de las pacíficas aguas…
De ser humilde barrio de pescadores, con sus encantadoras casitas albas, se ha convertido La Carihuela en una auténtica urbe dentro de la populosa y autosuficiente metrópoli que va siendo Torremolinos. Con todo, La Carihuela conserva el genuino sabor de pueblo marinero, fiel a sus antiguas tradiciones populares. Aquí todos son una gran familia, todos se conocen y comparten algazaras y fatigas. Impresionante es la magna procesión de la Reina marinera por las tostadas arenas, imponente el cortejo blanquiazul que a hombros porta a la proclamada Patrona y Alcaldesa Honoraria de Torremolinos. Séquito de tronos sublimes forman los barcos pesqueros que solemnemente mecen la regia imagen sobre las olas. El broche profano de las fiestas lo conforma la Feria del Carmen, en el núcleo del verano. No es una veladilla más de barrio, es la otra Feria mayúscula de Torremolinos.
La Carihuela protagoniza todos los años, el segundo jueves del mes de junio, el Día del Pescaíto. La generosidad del pueblo se desborda honrando al visitante y al autóctono. Toneladas y toneladas de las más frescas y típicas delicias de la mar (boquerones, sardinas, calamares, gambas…) constituyen el pródigo y exquisito banquete con que de corazón obsequian al turista el Ayuntamiento y los comerciantes y empresarios de La Carihuela. Tal placentero detalle afianza sus raíces en las sobremedianías del siglo veinte, en que los carihueleños que regentaban los rústicos chambaos playeros obsequiaban a los visitantes con espléndidas muestras de sus apetitosos “pescaítos” recién fritos. Fue precisamente en La Carihuela donde se acuñó el vocablo “pescaíto”, que se ha hecho universal. Y fue La Carihuela, a una con el Consistorio, pionera por excelencia en la instauración del Día del Pescaíto, que oportunamente se celebra cada año. En día tan señalado, este año el 13 de junio de 2013, el gran paseo de La Carihuela es una auténtica fiesta.
Hasta no hace muchos años, era estampa habitual contemplar en las arenas de La Carihuela las cotidianas faenas del copo. Los pescadores arrastraban playa adentro, desde su barca, la red llena de una rica variedad de peces que allí mismo eran solicitados por los lugareños. En la actualidad el copo es una de tantas añoranzas, como añoranza son las enjalbegadas casitas que alegraban el ayer de este paradisíaco rincón de la costa. Ahora se yerguen como titanes de lo extravagante y raro los modernos edificios que encajan su discordante nota en el pentagrama del paisaje y le comen un gran trozo de tipismo. Con todo, La Carihuela ostenta el cetro y la corona del arte culinario pesquero. La cocina carihueleña envidia a los propios dioses. El “pescaíto” es manjar que al mismo cielo le está vetado. Felices son los mortales que tienen el privilegio de paladearlo junto al mar, el eterno Mare Nostrum, en la playa singular de morenos encantos de La Carihuela.
EL DIA DEL PESCAITO
EN TORREMOLINOS
En el mes del estío, al mediodía,
en un jueves de gran animación,
es del pueblo solemne tradición
compartir "pescaítos" y alegría.
Tal derroche de gracia y cortesía
en el mundo no encuentra parangón,
que es bondad natural del corazón
que, en nobleza, se entrega sin falsía.
Ven alegre a este pueblo venturoso
y del mar, "pescaítos" con acierto,
saborea sus frutos tan divinos,
que no existe otro pueblo más rumboso
que se de al mundo entero tan abierto
como abierto se da Torremolinos.
(Soneto de Jesús Antonio San Martín,
de su libro “Torremolinos, mi sol, mi amor”)
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