Señor, señor

Resulta que hay un reciente documental de la archiconocida National Geographic llamado “El Resurgir de la Atlántida”, que sitúa la ciudad más antigua parecida..

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Resulta que hay un reciente documental de la archiconocida National Geographic llamado “El Resurgir de la Atlántida”, que sitúa la ciudad más antigua parecida a su capital de todas las que se han podido identificar hasta el momento, en Marroquíes Bajos, en Jaén. La macro-aldea de la edad del cobre. Y claro, a uno le asaltan en este momento dudas tan profundas como si fue la construcción de un tranvía de aquel tiempo lo que dio a pique con la mítica ciudad, si ponían tapas en sus bares, si el ayuntamiento atlante estaba endeudado hasta las cejas y por ello desapareció, o si bien se decía “de la Atlántida ni pollas”.


Más allá de estas bromas, e indagando un poquito sobre el tema por el tan socorrido Google, parece que esta teoría no es de ahora, sino que ya había científicos que apuntan en sentido similar. Es cierto que en los yacimientos de Marroquíes Bajos está comprobado que se mantienen restos de las épocas calcolítica, ibérica, romana y medieval islámica. Una cosa sí se dice en el citado documental, y es la escasa repercusión que estos restos arqueológicos han tenido. Apenas se han comunicado estos hallazgos.


Es de sentido común la temeridad de afirmar la certeza absoluta de estas aseveraciones, más aún teniendo en cuenta el tiempo transcurrido (miles de años) y las escasas referencias que sobre la Atlántida se tienen y que quedan circunscritas a los textos del filósofo griego Platón. Pero lo que sí podemos afirmar es que es una tragedia que esos yacimientos, por antigüedad, por extensión, y por singularidad; que ese patrimonio, haya quedado sepultado bajo el bum inmobiliario, y que pese a los esfuerzos para preservarlo, finalmente haya desaparecido como la propia Atlántida, bajo el mar. Cualquier solar que deciden excavar por la actual zona del bulevar, presenta restos de este tipo. Pero nada se ha hecho. Para llorar.


Menuda joya tendría hoy esta ciudad si todo eso se hubiera conservado y como se dice ahora, “puesto en valor”. Será que no hay campo para construir. Pero estas son las cosas que nos pasan en Jaén, que nos quejamos de todo y no hacemos nada, y así, nos sucede como se relata en el Evangelio de San Mateo, que decir ¡Señor, Señor! nada vale para Dios, si no colocamos nuestra vida detrás de esas palabras. Aprendamos de una vez a querer, sí, pero también a poner los medios, y no solo lamentarnos.

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