En la dictadura de la mediocridad

Publicidad AiPublicidad Ai Publicidad Ai

Dice el refranero que hay personas que están en este mundo porque tiene que haber de todo, y es así. Hay personas, que en contra de lo que pueda resultar obvio, les gusta que se les escupa a la cara, que se rían de ellas, que las engañen y que las utilicen. Si saliésemos a la calle a preguntar a cada uno de los viandantes si le gusta que le engañen o le timen, que se rían en su cara de su persona, o si le gusta sentirse utilizado, van a decir todos que no. Sin embargo, los actos de estas personas van a contradecir sus palabras y esas conductas dirán sí. Algunas de ellas, y no pocas, refrendan con sus actos todos estos agravios a los que son sometidas, porque quienes los cometen, lo hacen con su previo consentimiento. ¿Qué cabe esperar de quien acepta ser tratado así? ¿Qué cabe esperar de un pueblo que consiente desmanes y atropellos, injusticias, corrupciones, enchufismos, despilfarros y engaños como si no pasara nada? Pues eso, nada en absoluto cabe esperarse.


Aunque suene pedante por su abundante alusión en nuestros días, decía Churchill que la democracia es el menos malo de los sistemas, pero malo a fin de cuentas, y que el mejor argumento en su contra eran cinco minutos de conversación con el votante medio. También esto era y es verdad. La gente compra lo que sea. Da igual que se robe, que se engañe, que se mienta, que se cometan las mayores barbaridades. Ahí estará Juan Español Español, dispuesto a comprar tan burda mercancía. Personalmente me niego a aceptar esa máxima buenista y edulcorada que dice que el pueblo es sabio y siempre lleva razón en sus decisiones. Ni muchísimo menos. ¿De qué iba a haber si no tantísimo mangante y corrupto como existe en la política? ¡Porque los votan! Pero los votan democráticamente, y aunque sean unos perfectos rufianes, tienen el aval de haber sido elegidos por un pueblo insano e irresponsable.


La democracia puede convertirse perfectamente en la dictadura de la mediocridad, y es precisamente esa mediocridad que ahora tenemos la que pretenden defender a toda costa aquellos que tanto temen esa supuesta ingobernabilidad e inestabilidad de España por la aparición de los partidos emergentes. Pues bien, son esos mismos que azuzan estos miedos los que desde luego, nos seguirán procurando a todos los demás, con nuestro voto, muy democrático, una perfecta estabilidad y gobernabilidad de la mediocridad.

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN