Alivio de luto

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Que la Junta de Andalucía haya resuelto dar su aprobación definitiva al Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Jaén supone dotar a nuestra ciudad del tan anhelado instrumento de planeamiento urbanístico, que no es sino la clave de bóveda del futuro de la capital. No estamos hablando de un mero trámite burocrático para revestir de legalidad la expansión material de las edificaciones. El nuevo PGOU está llamado a desplegar sus efectos también sobre el crecimiento económico de Jaén, o mejor dicho, a sentar sus bases.


Es en este punto donde el alcalde de Jaén, José Enrique Fernández de Moya, se ha felicitado por la aprobación definitiva del PGOU calificándola de “histórica”. Cabe matizar algún fleco pendiente como la legalización de las viviendas de los puentes, aún en suspenso, quedando sin resolver esta cuestión igualmente “histórica”. El regidor municipal espera que con la aprobación del documento lleguen a Jaén las deseadas inversiones que como el agua, vengan a regar esta tierra desertificada en la que el desempleo se ceba sin piedad en su población. Inversiones públicas (Ciudad Sanitaria) o privadas (centros comerciales) que supongan un alivio de luto a nuestra economía, de negro riguroso. Pero como hemos dicho anteriormente, el PGOU es un instrumento, se asemeja a un piano. De un piano magnífico pueden resultar melodías armoniosas y gratificantes, pero, solo si el pianista es virtuoso en su ejecución. Si el pianista es poco avezado en la práctica de nada servirá la calidad del piano, el sonido resultará estruendoso y a nadie gustará. Traducido a la realidad, no basta con la aprobación del PGOU. Por sí solo no termina de ser un reclamo para esas inyecciones de capital que revitalicen la ciudad. Son necesarias además grandes dotes de gestión para atraer a los inversores y convencer al capital de que invertir en Jaén es rentable. Pero para ello es imprescindible un giro de ciento ochenta grados en lo visto hasta el día de hoy. Los vaivenes políticos y disputas partidistas interesadas que tienen a esta ciudad sumida en la depresión y el abandono deben cesar, y abordarse, con la altura de miras necesaria, una oportunidad que se nos presenta y que no podemos dejar escapar porque sencillamente esto no puede seguir así. En definitiva, el pianista ya tiene piano y partitura, veremos si la melodía suena bien o el concierto acaba en abucheo.

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