Cataluña es España

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Cuando todo el argumento separatista catalán forma parte de una inmensa mentira que va en contra de lo verdaderamente sucedido a lo largo de la historia, cuando estas mismas patrañas son inculcadas en las mentes y los espíritus de los hombres desde la escuela, cuando la lengua catalana es usada para confrontar en lugar de para entenderse como cualquier otro idioma, cuando el insulto y el desprecio a lo español forma parte de lo normal en Cataluña, cuando la especialidad de lo catalán se utiliza como diferencia respecto del resto de España en lugar de como enriquecimiento común, cuando todas estas falsedades son usadas por una clase dirigente en Cataluña para el enriquecimiento propio e ilícito, pero sobre todo, cuando todos estos atropellos y ofensas son consentidos, creídos e incluso amparados por la omisión de quien debe de impedirlos, lo que tenemos, es lo que actualmente sucede en Cataluña, y que nos está dando su visión más canallesca en estos últimos años, siendo que los actos pro independencia del pasado día 11 de septiembre en que se celebra la Diada en Cataluña son solo la representación teatralizada de todo ello. Partiendo de la base, como hemos dicho anteriormente, de que todo es falso, todo es mentira; no es más culpable, quien, como los independentistas catalanes, inventan todo este delirio para provecho propio. La culpa ha de recaer también forzosamente, y en igual grado, sobre quienes no lo impiden y además lo toleran, haciendo omisión de su deber, abandonando al engaño y a la mentira a toda una población, los catalanes, que son tan españoles como un señor de Lebrija o de Jaén. Han sido todos los gobiernos habidos en democracia quienes, so pretexto del autoengaño fruto de todos los infundios vertidos por los separatistas por decenas de años, han consentido y propiciado esta situación desquiciante, imposible de ver en cualquier otro país que no sea España. Empresarios que son multados por rotular su negocio en español, padres que no pueden educar a sus hijos en español en las escuelas, pacientes que no son atendidos en la sanidad pública por no ser catalanes. Todas estas y otras más lacerantes, son la triste realidad de esa retirada que el Estado ha efectuado de Cataluña. No es Cataluña la que desaparece de España, sino España la que ha desaparecido de Cataluña. ¿Cómo puede si no, entenderse la gratuidad de las palabras de Oriol Junqueras, de ERC, quien dice que “hay que saltarse la legalidad española”? ¿Cómo es que tanto él como Artur Mas no han sido procesados por convocar un referéndum ilegal? ¿Cómo es que no se ha suspendido la autonomía catalana? Todo esto deberían de haberlo hecho los gobiernos presentes y pasados, y sin embargo han callado. Decía Cicerón: “Como nada es más hermoso que conocer la verdad, nada es más vergonzoso que aprobar la mentira y tomarla por verdad”. Pues entonces, que nadie dude, Cataluña es España, lo fue, lo es y lo seguirá siendo, a pesar de todo lo que pueda suceder, porque la verdad es una y no entiende ni de engaños ni de cobardías.

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