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El sentido de la vida

Cada uno de nosotros, individualmente, le da sentido a la vida de los demás. Saber quiénes somos a través de quienes nos rodean constituye un modo realista...

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Cada uno de nosotros, individualmente, le da sentido a la vida de los demás. Saber quiénes somos a través de quienes nos rodean constituye un modo realista de analizarnos, sin autocensuras. Juan Marín, el jefe andaluz de Ciudadanos, al reunirse el viernes con el alcalde Javier Márquez y alabar públicamente su talante, le hacía el mayor favor que pueda hacerse a uno que está en plena fase de consolidación política: visibilidad personalísima en la interlocución. Juan Marín dijo maravillas de Cuqui -como si quisiera ficharle o engatusarle-, ofreciendo su mediación –“pegamento”- en fracturas abiertas en la conciencia colectiva local-, como el convenio con la Junta para el funcionamiento del Tranvía –estudio de la segunda línea y concreción del porcentaje del déficit que correría a cargo del Gobierno andaluz-, o el enquistado punto de partida para la apertura del Museo Íbero. Da gusto ver a Marín haciendo la vida más fácil a los demás, intimando con Márquez, negándose al mínimo reproche ético por el trato deferencial -cada menesteroso tiene su precio- que el Gobierno jaenero otorga a los 3 concejales que cambiaron C's -para no rendir cuentas- por el grupo de no adscritos. 
Convendrán conmigo que asentar la estabilidad gubernamental en la complicidad de una terna de tránsfugas tiene sus riesgos y rubores. Mirar para atrás, además de no conducir a nada, advierte Marín, impide centrarnos en lo que importa: el futuro. La venta-alquiler de apoyos puntuales por parte de cada uno de ellos, por separado, merece relato aparte en la historia de una corporación sin mayorías donde el PP llegó a la absoluta agenciándose los favores de 3 concejales que concurrieron en 2015 bajo las siglas del partido naranja. O el pragmatismo de Juan Marín escapa a las entendederas de la lógica partidaria, o algo debió de recordarle al alcalde de Jaén -siquiera fuese de soslayo y en la más estricta intimidad- sobre el acuerdo estatal anti-transfuguismo. Precisamente por ello, por subrayárselo tanto a Márquez como a Marín, por moralidad, mera profilaxis democrática, por honestidad, aunque condenada aritméticamente a fracasar, por transparencia y legitimación de la teoría de que no todo vale para seguir gobernando, urge ya en el Ayuntamiento de Jaén una moción de censura. Solo su discusión y debate retrataría mordaz y acertadamente la tragicomedia en que se ha convertido el Ayuntamiento del pueblo más grande de la provincia.


Cada uno de nosotros, insistamos, le da sentido a la vida de los otros, como el militante de base de la capital, sanchista a carta cabal, Félix Manzaneda que, al anunciar su testimonial intención de disputarle la secretaría provincial del PSOE a Paco Reyes, justificaba el anhelo del bedmarense por permanecer a flote, reafirmándose en el principio de Arquímedes: el objeto flota cuando su peso es menor o igual al peso del fluido desplazado. Paco Reyes flota que es un gusto, como puede comprobarse a diario, por su facilidad para soltar lastre y olvidar el pasado. La acción de Manzaneda, al igual que la de su colega Francisco Tirado que aspiró sin avales a erigirse en alternativa regional a Susana Díaz, está condenada al fracaso. Él lo sabe, no opone una coma porque, en el fondo,  no le importa. El gesto, como tal, ya es un éxito. Con eso, con que lo sepan en Ferraz, tiene bastante…


Al otro lado de julios encendidos, previniéndose de fuegos y conatos, subyacen un mar de canciones en la Torre –Mclan en Torreperogil, último fin de semana-, y los bluses malditos –del Mississippi al Guadalquivir- que se propalarán desde este jueves por los confines de Cazorla y su sierra. Sumerjámonos en ellos y olvidemos el triste balance de este cierre de curso en la provincia. Tenemos un secretario de Estado de Hacienda en Madrid y un consejero de Fomento en Sevilla, y hasta un alcalde que empieza a aclararse, pero el único que se deja ver por Jaén con el lustre del disfrute del que va sobrado es el presidente de Diputación. El resto, y ya es mucho, subsiste. Solo el binomio Diputación-Caja Rural –sólida autosuficiencia- sostiene la idea de ‘Jaén’ en el imaginario del conjunto de los 97 municipios jienenses. Ya ni la Guardia Civil.


Las movilizaciones vecinales en Las Villas en pos de la reactivación de las obras de la A-32 reavivan la llama, llegan cuando la gente –por fin- tomó conciencia del agravio, aunque llegan estratégicamente tarde, con los ramales del corredor mediterráneo, central y litoral, pegados a Aves y autovías de las que carecemos. Joaquín Sabina recoge el título de hijo predilecto y la medalla de oro de la ciudad de Úbeda reconociéndose hijo pródigo que retorna maduro, henchido de esperanza en el futuro, al escenario de una infancia que nunca quiso vivir. Es el sino de Jaén: dar eternamente sentido a la vida de los demás.

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