La semana que nos dio de tregua el calor sofocante de junio sirvió para que la simpar Susana Díaz sacara, otra vez, en la fase de avales, su elección como lideresa del PSOE andaluz sin oposición. Ya ocurrió en 2013, con rivales carentes del respaldo mínimo exigido como el entonces consejero de Agricultura Luis Planas y el alcalde de Jun, José Antonio Rodríguez, y ahora la historia se repite. Tras el varapalo sufrido en las primarias federales –“La hostia que me han dado”, Susana, justo el día después, convocó, con la celeridad del que antepone la subsistencia a cualquier otra consideración estética, congreso regional a finales de julio. Estrechados tanto los plazos, ningún posible aspirante sanchista se postuló y el aparato de Ferraz, al contrario de lo que está pasando en el País Valenciano, decidió oficialmente no impulsar una candidatura alternativa. Dejaron caer, eso sí, dándola por descartada de antemano, la opción de Pérez Tapias -¿Imaginan por un instante la peligrosa proximidad/afinidad que se hubiera dado en Andalucía entre Podemos y un PSOE encabezado por el dirigente de Izquierda Socialista?-, y en estas, como el que no quiere la cosa, apareció un outsider, Francisco Miguel Tirado -afiliado en Rus aunque afincado en Linares, un militante de base que formó parte de la plataforma de apoyo a Pedro Sánchez en la provincia- dispuesto a título personal a plantear batalla. Gesto testimonial a la postre al recabar solo 813 firmas de las 4.850 exigidas. Así las cosas, Susana Díaz, con los mismos avales que la llevaron a aspirar a la secretaría federal -unos 25.000, la mitad del censo-, afronta el congreso del 29 y 30 de julio con el objetivo principal de reinventarse, olvidar la dolorosa derrota interna ante Pedro Sánchez y afrontar con ciertas garantías la reválida electoral de las autonómicas de marzo de 2019. Para ello, es de suponer, deberá abogar por la regeneración biológica de San Vicente, plagada de cornejos y conejos, y apostar claramente por una fauna menos quemada en la etapa que se procura liquidar, caso de las parlamentarias que la arroparon el pasado sábado al presentar sus avales: la jienense Ángeles Férriz, la cordobesa María Jesús Serrano, la onubense María Márquez y la malagueña Beatriz Rubiño, sin olvidar a sevillanos de su círculo más íntimo como Verónica Pérez y el consejero Francisco Javier Fernández. ¿Tendría algún valor simbólico que el PSOE de Jaén continuara ocupando la presidencia regional? ¿Micaela Navarro, como hasta ahora, o mejor en su lugar Paco Reyes?
Cámara de Comercio. Vuelta a las andadas. La consejería de Empleo, Empresa y Comercio, órgano tutelante, coge, por fin, el toro por los cuernos, ordenando la creación de una comisión gestora que conduzca, cuanto antes, a la celebración de nuevas elecciones. Y un plan de pago de la deuda a proveedores y trabajadores, se entiende. Recuérdese el papel de la ex directora general de Comercio Carmen Cantero, integrante del equipo del consejero de IU Rafael Rodríguez, en el trazado de la hoja de ruta hacia la destitución de Luis Carlos García, la constitución de una gestora encabezada por Eduardo Criado y la convocatoria inmediata, sin concurrencia competitiva, de unas elecciones de cartón piedra que pusieron al frente a un equipo maniatado/insolvente, encabezado por Manuel Barrionuevo -otro triunfo sin contrincante- que se deshizo del único activo inmobiliario apetecible, en pleno dominio, que poseía la institución, su maravillosa sede de la calle Hurtado. De aquellos polvos, los lodos de una indigna muerte por inanición -a la que asistía la Jaén oficial sin inmutarse-, asfixiada por las nóminas atrasadas de los trabajadores que aún resisten en el Liang Shang Po del Vivero y la deuda reconocida –ratificada en muchos casos por los tribunales de justicia- a una larga retahíla de proveedores/acreedores. Barrionuevo amenaza con volver a presentarse. Si se acordara un plan de saneamiento con dinero público, ni que decir tiene, con toda seguridad, la patronal andaluza volvería a pugnar por su control.
Miguel Moreno frente al destino. Su demanda es admitida a trámite. Pero Moreno Bonilla sigue desmarcándose de la estrategia de llevar el conflicto a tribunales. Seguramente porque ya no es hora de persistir, erre que erre, en la cantinela de la repetición de la elección del presidente provincial: ahora tocan los congresillos locales, demostrar a Sevilla y al bando contrario que no menos de 50 sucursales locales de la marca PP en la provincia de Jaén continúan respaldando, a pie juntillas, todos a una, el proyecto renovador simbolizado por los patucos de Porcuna en honor a su principal impulsor, el regidor de la antigua Obulco. A estas alturas del partido, entienden en San Fernando, el futuro pasa por aferrarse a ese presente y no tanto por seguir removiendo el pasado reciente. Proclamarse ganador a priori acarrea, en ocasiones, este tipo de sinsabores.
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